domingo, 26 de abril de 2009

El vendedor de crecepelo


Pensaba que había sido una ocurrencia de Rajoy; así lo publiqué en una entrada hace apenas dos días. Pero no. Hoy he sabido que la genial idea de decir que no hay una manera socialista de salir de la crisis económica (lo que suena a amenaza más que a otra cosa) no fue suya. Él, acaso, fue el autor material de su ‘verbalización’. El responsable ‘intelectual’ de la misma no es otro que (glabs) José María Aznar.
El jefe de la muchachada de la gaviota ha vuelto a primera línea del debate político, abandonando las bambalinas desde las que venía manejando el Partido Popular y erosionando la figura de Rajoy en el momento en que más felices se las prometía don Mariano. Y lo hace llamando a los ministros de su primer Gobierno para repetir su ‘foto de familia’; y apareciendo hoy en XL Semanal, el que en mis tiempos era la publicación dominical más distribuida del país. Sólo su foto es más inquietante que la frase que la acompaña, con lo que el cuadro general es para echarse a temblar: “Yo sé cómo salir de la crisis”, dice. No es nadie, el tío.
Y yo me pregunto… ¿Quién asiste a sus conferencias, tarados y memos integrales ante los que Homer Simpson parecería un premio Nobel? ¿O es Aznar un impostor y dedica sus charlas a batallitas del abuelo Cebolleta, de cuando ponía los pies encima de la mesa, en lugar de compartir tan arcano conocimiento, a la espera de intentar forrarse después vendiendo libros?
La entrevista serpentea por cuatro páginas y pico de texto que destilan megalomanía, lugares comunes, medias verdades… Más que colocarnos un libro, parece que Aznar quiere vendernos un crecepelo. Ah, se echa de menos que, estando dotado de una inteligencia tan preclara, haya olvidado pronunciarse sobre uno de los asuntos de mayor actualidad en las últimas semanas, como el juicio del Yak 42. Aunque claro, dedicando todas las neuronas a salvar al mundo de la crisis económica poco deben importar unos cuantos tipos despachurrados y sus protestonas familias.
Soy de los que piensan que quien ocupa una responsabilidad pública como la que él asumió merecen el respeto y la consideración institucional del conjunto de la sociedad; el presidente del Gobierno es mi presidente, independientemente de que jamás lo haya votado. Lo que no es óbice para que, legítimamente, critique sus ideas o su gestión. Por las mismas, siempre he creído que este país no debía permitirse el lujo de ‘enterrar en vida’ a sus expresidentes, a aquellas personas que cuentan con una experiencia única. Supongo que esto último se debe a la ausencia de una tradición democrática consolidada; espero que así sea y que con el tiempo se reconduzca esa situación.
Partiendo de esa concepción, tengo pleno derecho a estar indignado con el señor Aznar. Simplemente porque no es leal con ‘su’ Gobierno, que es el mío. Porque no dice la verdad: él no tiene la receta para salir de la crisis. Ni nadie le pide que la tenga, cuando todo el mundo anda de cabeza, tentándose la ropa y conteniendo la respiración por lo que pueda pasar. Y todo el mundo es todo el mundo, incluidos los gurús de la economía planetaria, los más brillantes economistas y los asesores más sesudos de mandatarios de los cinco continentes. El señor Aznar no es leal con mi Gobierno, lo que, según mi propio criterio, significa no ser leal con mi país. Y eso sólo tiene un nombre.

PD) Aznar, que abomina de los matrimonios entre personas del mismo sexo, responde de esta forma al ser preguntado por el perro junto al que hace la entrevista: “Yo tenía dos cocker: uno se murió hace seis años, la chica, y el viudo se murió en Navidad” Y este tipo pretende salvar al mundo…

viernes, 24 de abril de 2009

De llamados y elegidos



Ahí están. Son las 34 personas que están llamadas a regir el destino de mi tierra: de mi país y de mi Comunidad Autónoma. Dieciocho mujeres y dieciséis hombres, los elegidos, que tienen el honor de ocupar un lugar de privilegio en la construcción y en la transformación diaria de nuestra sociedad.
Les envidio. Lo digo aun a riesgo de parecer políticamente incorrecto; pero me da igual. Porque no acierto siquiera a imaginar una tarea tan digna, una labor tan apasionante como la que estos 34 semejantes tienen entre manos. Y les envidio de la misma forma y por el mismo motivo que envidio a mi alcaldesa y a mis compañeros concejales y a mis compañeras concejalas en el Ayuntamiento de Jerez.
Una envidia sana (si es que existe) que me hace alegrarme de sus tan numerosos como en ocasiones callados éxitos. Porque los siento como propios, no ya por mi participación en ellos sino por mi implicación en un proyecto colectivo.
De la misma forma, sufro con ellos las críticas: las que se refieren a la gestión, aquellas que no entienden de las horas que se dedica a trabajar diariamente pero que son tan legítimas como necesarias para la propia pervivencia de nuestro sistema político; y también las otras, las que nacen de los intereses particulares, de las mediocridades, del mal perder, de la añoranza de otros tiempos, de ese deporte nacional que es la envidia, de la abstinencia, de la traición, del afán de notoriedad, de la pereza...
Sí, les envidio. Desde la lealtad. Por eso me siento, con ellos, parte de una piña. Porque se lo merecen. Y porque, por esa misma lealtad, se lo debo.

Insultos a la inteligencia

“Creo que afecta a la inteligencia el decir que alguien se va a vender por tres trajes”. Dice la agencia Efe que el presidente del PP, Mariano Rajoy, intentó con estas palabras restar ayer importancia al lío que se ha montado con Francisco Camps. Rajoy habló de ello en TV3; y a mi juicio se cubrió de gloria (tal vez porque, a diferencia de quien le tiene montado un lío del carajo en el patio de su partido, no acostumbra a hablar catalán en la intimidad). Aunque conociendo la talla de algunos de los asesores de la muchachada de la gaviota, más preocupados de despedazar al contrario que de establecer discursos medianamente sostenibles, también podría colgarse ese mérito a ellos…
Porque, lejos de hacerle un favor a su colega valenciano, don Mariano (me encanta esa forma de referirse a él) ha deslizado una maldad. O ha cometido una torpeza que extiende, incluso sobre sí mismo, la sombra de la duda: poner en solfa un presunto cohecho no por el rechazo moral que debe despertar en cualquier caso sino por lo insignificante del ‘premio’ que se deriva del mismo.
Al tiempo, ha abierto un interesante debate sobre el precio de cada cual, por lo que este humilde blog le recomienda encarecidamente que complete esa reflexión inicial aportando una suerte de tablas acerca del montante del ‘convoluto’ que él mismo podría entender razonable; y que lo haga por tramos de responsabilidad política (concejal raso, edil de Urbanismo, alcalde, delegado provincial, consejero, presidente autonómico, secretario de Estado, ministro, presidente del Gobierno…), con su equiparación además en otros ámbitos de la vida que incluyan a funcionarios policiales en sus más diversas escalas y cuerpos; y a miembros del estamento judicial, igualmente divididos en estadios desde sedes de primera instancia hasta el Tribunal Supremo. Más que nada, para que no se le acuse a él también de “afectar a la inteligencia” de, como a él mismo le gusta decir, “los españoles”.
Parafraseando a don Mariano, el reciente escándalo que se ha descubierto en el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, en el que supuestamente se han descubierto facturas falsas por valor superior a los 100.000 euros no afecta a la inteligencia… Una inteligencia a la que no se le escapa que ese episodio salpica a miembros del PP con responsabilidades de gobierno durante el anterior mandato corporativo en la ciudad de la manzanilla.
Tampoco sería entonces incompatible con la inteligencia que el PP de San Fernando extremase privada y públicamente su exigencia de responsabilidad a su socio de gobierno en ese Ayuntamiento, el Partido Andalucista, como consecuencia de otro episodio de lo más reciente e interesante: el desfalco detectado en el Consistorio de La Isla desde 2003, y que según ciertas informaciones periodísticas alcanza los 7,6 millones de euros.
Porque si lo de Camps es como para no poder creerlo (que es lo que tal vez quiso decir don Mariano), lo de Sanlúcar y San Fernando tiene toda la pinta… Pero tranquilos, que hoy es viernes, el día en que los chicos de la muchachada acostumbran a convocar ruedas de prensa para repartir leña a diestro y siniestro; y seguro que hoy dedicarán esa cita con los medios para hacer autocrítica, para anunciar que no consentirán ni un ademán de que uno de los suyos mete la mano en la caja. O no, quien sabe; pero seguramente sí, dado el carácter de ‘referencia ética’ que atesora esa formación…
Pero también pueden aprovechar esa eventual convocatoria para plantear, como medida estrella de lucha contra el desempleo dentro de su ‘senda de lealtad’ con las diferentes instancias de gobierno en un asunto de la máxima importancia y de interés general, la creación de varios miles de escuelas taller de corte y confección, repartidas a lo largo y ancho del país. De esta forma, llegado el momento en que alguien tenga que regalar dos o tres trajes a algún cargo de su partido, se garantizaría la existencia de personal perfectamente cualificado. Ya, puestos a “afectar a la inteligencia”…

jueves, 16 de abril de 2009

Cien días; y aumentando

Por fin. Parecía que no iba a llegar nunca tamaña efemérides. Pero puedo anunciarlo. Porque a las cero horas de hoy, jueves 16 de abril de 2009, se han cumplido 100 días (y 100 noches) sin que este menda haya probado el tabaco.
Soy consciente de que un importante porcentaje de la población (seguramente, la que está integrada por aquellos semejantes dotados de una mayor inteligencia) jamás ha probado el tabaco, con lo que acumular 2.400 horas sin llevarse un pitillo a los labios les parecerá una absoluta tontería. Pero han sido cien días y me hace ilusión verlo así escrito, para desesperación de algunos que al parecer sufren el contraste cromático de este blog, ‘blanco sobre negro’.
Hace un tiempo publiqué una entrada sobre este mismo tema. Bueno, en realidad creo que han sido varias, porque la gente que dejamos de fumar somos como la que tiene un perro: estamos todo el día dando el coñazo con nuestra fuerza de voluntad y con las gracias del bicho peludo. A expensas de que ninguna de esas capacidades despierte el más mínimo interés. Que, dicho sea de paso, no lo hace.
Cuatro mil cigarrillos menos. Eso siguiendo mi propia, optimista y engañosa cuenta, hecha antes de abandonar ese hábito y enormemente generosa con el absurdo desgaste al que venía sometiendo a mis estajanovistas pulmones. Porque creo que yo fumaba bastante más… Pero bueno, demos por válidos los 4.000 pitillos: uno detrás de otro, así todos juntitos, casi me darían para cubrir la eslora (para los que son de secano, como yo, aclararé que se trata de la longitud) del Queen Mary II, el mayor barco de pasajeros jamás construido; o para ‘aparcar’ cómodamente cuatro Boeing 747…
Pues sí. He cumplido cien días sin fumar. No ha sido una angustia permanente, pero mi trabajo me ha costado. No hablamos de cacahuetes, de pipas, de chocolate, ni de las golosinas a las que me invita mi hija de diez años... Hablamos de tabaco. Y, a partir de hoy, día 101 desde que llegaron a mi casa los Reyes Magos con este blog y con la más firme de las voluntades para que dejara de fumar, ni de eso. Pero ése es otro asunto.

lunes, 13 de abril de 2009

Un café con buena gente

Hoy he despedido a un compañero. Esta mañana me ha tocado a mí pasar el mal trago de acudir al tanatorio y saludar a los amigos comunes. Por las mismas, el destino podría haber decidido que fuera él quien se dedicase a estrechar manos y a repartir abrazos a las personas reunidas en torno a mi recuerdo. Pero no lo ha hecho. Así que he decidido desempolvar el Toshiba y asomarme de nuevo a esta pequeña ventana, tras muchos días sin hacerlo.
No diré que la última cita con Juan Andrés se haya convertido en una especie de revelación; pero sí me ha brindado una oportunidad magnífica para ver negro sobre blanco determinadas cosas que, por más innegables que sean, nos esforzamos en mantener ocultas. La muerte (como la pobreza, el hambre o cualquier tipo de dolor) es el principal ejemplo de que algo no existe mientras no se habla de ello o si no se ve con los propios ojos, aunque la sensatez nos diga que forma parte cotidiana de nuestro entorno más inmediato.
Tengo un amigo sabio que mantiene que el miedo cerval a la muerte es fruto de nuestra sociedad, de su afán por ocultarla, por negarla y por abominar de ella; cuando, de haber alguna certeza, ésa debería ser la muerte. Según este razonamiento, que no aboga por una exhibición obscena sino por una asunción personal y cultural lo más serena posible de un hecho físico e irremediable, es la propia negación de la muerte lo que nos sitúa inermes ante ella (tal vez en busca de un consuelo en forma de promesa de eternidad. La tapia del cementerio de Ochandiano –un pequeño municipio vizcaíno muy cercano a Álava- luce en una de sus tapias una inscripción que refleja perfectamente lo que quiero decir: “Lo que sois fuimos nosotros; y lo que somos seréis cuando menos lo esperéis. Rogad por nos y lo haremos por vos”).
Esta mañana, rodeado de ciertas personas a las que quiero con ese tipo de sentimiento que también tiende a ocultarse, en este caso por un exceso de pudor; departiendo con otras más a las que aprecio sinceramente; y saludando en la distancia física a algunas con quienes no me unen lazos demasiado estrechos… Esta mañana, digo, he caído en la cuenta de que Juan Andrés podría haber ocupado perfectamente mi sitio. O, por decirlo de otra forma, que antes o después yo deberé interpretar el papel que hoy era suyo. Un papel para el que, intuyo, nadie ha ensayado lo suficiente.
Estando allí, en esa especie de embarcadero hacia lo desconocido que es el tanatorio de Jerez, he pensado todo esto. Después, me he tomado un café con buena gente. Vamos quedando menos.