lunes, 25 de julio de 2011

Julio


Medio país de vacaciones. Un cuarto, afanándose en disponer los cubiertos, los manteles y las jarras de sangría, a la espera de que los clientes lleguen al chiringuito. Otro tanto, haciendo cola mientras le preparan la mesa a pie de playa para dar cuenta de la paella o el espeto de sardinas. Y algunos, como yo; dotando al currículum de tal calidad literaria que es una lástima remitirlo a una ETT en lugar de hacerlo al jurado del Planeta.

Julio es un mes extraño. Sí pero no, descanso a medias, mucho calor y pocas ganas; sanfermines, Tour, terrazas y verbenas de pueblo. Casi todo viene trufado por la crisis: de la economía, de la política y, me temo, de la vergüenza.

Este julio he leído noticias que me sobrecogen, más allá de los asesinatos de Noruega: creo que no es lo mismo un atontado que un atentado, y espero que el episodio de Oslo se quede finalmente en la acción de uno o unos descerebrados; sin más repercusión que una tragedia ya de por sí de exageradas proporciones. Tampoco temo a la crisis financiera y las tensiones de quienes quieren pescar en río revuelto. Peces chicos y peces gordos se comerán entre ellos. ¿Y nosotros? Independientemente del color del gato que nos espere al otro lado de la ratonera, seremos los roedores del proverbio hecho célebre por Felipe González tras las enseñanzas de Deng Xiaoping. En eso, como en la isla noruega, tampoco parece que haya escapatoria.

Lo que de verdad me preocupa son las noticias que tienen que ver con la cotidianidad: responsables de instituciones que anuncian graciosamente auditorías privadas en corporaciones públicas; gestores políticos que censuran que un ayuntamiento no haya seguido “criterios empresariales” a la hora de desarrollar sus políticas y ajustar sus cuentas; un jefe de la oposición que se define como ‘campeón’ de la austeridad y oculta sus más que magros ingresos; un dirigente de una comunidad autónoma que trata de ocultar su vergonzante dimisión tras un velo de dignidad cuando pudo haberse revestido de esa virtud en forma de cortinilla de probador... Una lluvia fina mucho más peligrosa que la de Fukushima. La misma lluvia tóxica con la que algunos quieren embarrar el camino hacia el Palacio de La Moncloa.

Es julio. Hace calor. Medio país está de vacaciones. A fuerza de releerlo, hasta me está gustando mi currículum.