miércoles, 3 de octubre de 2012

Rescate

Europa tiene que hacer algo. Y hacerlo ya. Llevo semanas e incluso meses debatiéndome en una duda constante, pero acabo de llegar al convencimiento de que Bruselas, el Banco Central Europeo o quien corresponda debe tomar medidas con urgencia, no sé si en forma de rescate que nos haga recuperar las constantes vitales o de cordón sanitario que impida la extensión de algún peligroso virus más allá de nuestras fronteras. ¿Por la situación económica? No, no. Es cierto que eso está mal, muy mal. Y que está empeorando por obra y gracia de una panda de ineptos que ha pervertido el verdadero sentido de las instituciones y que está consiguiendo generar una ruina sin precedentes en este país.

Pero, siendo eso gravísimo, hay algo que es verdaderamente demencial y que, llevado al extremo absoluto, es imposible de arreglar. Se trata del absoluto desprecio a las formas escritas y a las normas tácitas de la convivencia en libertad, del secuestro del espíritu de la propia democracia que a mi juicio es igualmente imputable a esos salvapatrias; los mismos que amagan con restringir los derechos fundamentales y que disfrutan a medida que parecen aumentar las condiciones para el surgimiento de tendencias y ademanes ya conocidos cuando los valores democráticos son situados en la picota.

Esta tarde he leído la prueba evidente de que hemos rebasado definitivamente todos los límites de la indecencia en el ejercicio de gestión pública y en la representatividad institucional. Insisto que, para mí, este y no otro es el verdadero mal que nos acucia, porque es el único que no se arregla con dinero. La gota que ha colmado el vaso ha venido de la mano del robo de 300 kilos de cocaína de un depósito oficial bajo custodia policial en la ciudad de Cádiz. ¡¡¡300 kilos de cocaína de un depósito oficial bajo custodia policial!!! En cualquier lugar del mundo civilizado, supongo que el inicio de la investigación para encontrar a los responsables del delito sería simultánea al cese inmediato de los responsables político-institucionales de ese servicio o departamento, cuando no fuera acompañada de la dimisión incondicional.

Puedo suponer que haya otras culturas y otros países de una menor tradición democrática en los que el presunto jerifalte no llegue a conjugar el verbo dimitir pero al menos no ose levantar la voz ni hacerse notar. De esta manera, movido por la vergüenza al ridículo o a la reprobación social, al menos se encerraría en su casa por una temporada, rehuyendo incluso el contacto con su entorno más inmediato tras un episodio en el que, siquiera por omisión, queda mal parado.

Sin embargo, España es diferente; y no digo ya Cádiz. Aquí, el subdelegado del Gobierno de la Nación en la provincia (es decir, un representante institucional, y no cualquiera sino el máximo responsable de la seguridad ciudadana), ha convocado a los medios para decir, tan ancho, dos cosas.

La primera, que el robo ha sido cometido por gente muy cercana al Parque Móvil y a la Policía. Teniendo en cuenta que el garaje del Parque Móvil era el lugar en el que estaba situado el depósito en el que los agentes guardaban la droga aprehendida, se podría parafrasear al subdelegado repitiendo aquella frase de "la Policía no es tonta; hay colillas, aquí han fumado".

Y la segunda, que es incluso mejor y que supongo es una solicitud de cese inmediato, con premeditación y publicidad, pero en clave, para que solo le entiendan sus superiores. Porque ha señalado que la situación de deficiencias de seguridad en esas instalaciones denunciada por sindicatos policiales "se arrastra desde hace tiempo"; y se ha descolgado poco menos que responsabilizando de lo que ahora (septiembre de 2012) ha pasado en Cádiz al anterior Gobierno del PSOE porque "en ocho años no ha hecho nada para solventar los problemas". La parte más en clave de la solicitud de cese del subdelegado, sin embargo, ha sido la que recomendaba pedir "explicaciones" de lo sucedido (consiguientemente, del robo de 300 kilos de cocaína de un depósito oficial bajo custodia policial) tanto al ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, como al ex ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, "porque no se corrigieron entonces las deficiencias detectadas".

Hoy, alguien se ha encontrado con una ocasión de oro para corregir las "deficiencias detectadas" en las palabras del subdelegado del Gobierno (de un Gobierno que tomó posesión a finales de diciembre de 2011, hace casi diez meses). Porque alguien debería hacerlo, de manera fulminante. Aunque también podrá darle amparo, como a la diputada que gritó a los parados "que se jodan"; o reírle las gracias, como cuando alguien dijo que los niños andaluces estaban en clase tirados en el suelo porque no tenían sillas ni mesas; o hacer piña con él, de la misma manera que se ha hecho en los casos en los que los Presupuestos Generales del Estado han incumplido de manera flagrante la Norma Fundamental de la Comunidad Autónoma... También podrán hacer todas estas cosas, para ninguna de las cuales existe rescate que valga. 

martes, 25 de septiembre de 2012

Septiembre


Septiembre es el mes de la vuelta al cole. Pero un montón de profesores no ha llegado a pisar las aulas, por obra y gracia de quien aplica caprichosamente la calculadora utilizando solo el signo menos para los derechos y las políticas sociales. No pocos alumnos habrán visto complicado también su regreso a las aulas por el descenso de las becas y el aumento de las tasas universitarias, por obra y gracia de un igualmente discriminador uso del botón de la suma. Por obra del más o por gracia del menos, el lado estrecho del embudo siempre les toca a los mismos.

Septiembre es tiempo de cambio. Por ejemplo, de estación. Parece que el otoño comenzará lluvioso, dicen que por los coletazos de una tormenta tropical. Pudiendo llegarnos del otro lado del charco mojitos o merengue, es mala suerte que nos toque una tormenta tropical, algo así como un quiero y no puedo en el ranking de los cataclismos. Justo ahora que algunas personas y ademanes están pidiendo a gritos un auténtico huracán… Los vientos de cambio no acaban de llegar.

Septiembre es septiembre. Treinta días en los que muchas cosas quieren comenzar. Junto con enero, el mes de los buenos propósitos: el de matricularse por enésima vez en ese gimnasio que no se volverá a pisar; el de comprar ese sustitutivo de la nicotina que nos ha caducado del año pasado; el de repasar los apuntes de inglés y volver a pensar en preparar el First o el Advanced… Septiembre tiene algo de huída dejando pistas, de voladura controlada, de cambiar algo para que todo continúe igual.

Septiembre es complejidad. Guarda tantos matices que, bajo su apariencia de mes de inicio de todo, esconde su auténtica esencia: se trata de la antesala de un año que arrancará mucho después, precisamente el próximo septiembre. Entonces todo o casi todo empezará de nuevo y ya no hablaremos de este septiembre, en el que un Gobierno empeñado en ser oposición de sus conciudadanos vive permanentemente situado enfrente de su propio país; un septiembre en el que se ha blindado el Congreso, cerrando a cal y canto sus puertas, cuando un pueblo tan soberano como hastiado ha querido llevar ante ellas su grito de indignación; el mismo septiembre en el que la falta de diálogo y me temo que de sentido de la política ha hecho que se abra la caja de los truenos del debate entre españoles de primera y de segunda.

martes, 18 de septiembre de 2012

De blogs y de webs


Ha sido como volver a la infancia, a aquella clase de párvulos en la que una educadora (?) me cogía del pelo del cogote y me llevaba así, a rastras y con las puntas de mis pies apenas rozando el suelo, hasta el lugar donde su capricho decía que debía colocarme. Por un momento he sentido que algo me rozaba el cabello detrás de la oreja y me he puesto de pie de un salto, tratando al tiempo de apartar con enormes aspavientos esa mano amenazadora que parecía regresar del pasado.

Acababa de escuchar en la radio que el Rey ha escrito una carta, que al monarca le ha dado por sentarse ante un ordenador y liarse a pegar teclazos para después ‘colgar’ lo escrito en su página web. No ha pasado ni un segundo y ya he notado a mi espalda una presencia inquietante. Esa presencia, que en realidad resultó ser ausencia, me ha levantado inmediatamente de la butaca para llevarme frente a mi portátil. Allí, dejado caer en la silla, casi atrincherado, me he quedado paralizado un rato mientras el aparato se decidía a arrancar, a la espera de recibir uno de aquellos tirones.

Debe de ser el subconsciente. O la consciencia de que este blog lleva abandonado meses y que, por más que me lo he planteado veces, no he sido capaz de volver a mirarle a la cara. Pero hoy no. Hoy no he osado resistirme y aquí me encuentro, aún con la cabellera intacta y tratando de responderme a una pregunta. ¿Cómo es posible que el Rey, con el liazo de los asuntos de Estado, las cuestiones diplomáticas, los líos del yerno y la niña, el serio riesgo de encontrarse de nuevo con Chávez en la próxima Cumbre Iberoamericana de Cádiz…, con todo eso y con más, sea capaz de sentarse a escribir una entrada en su web y yo tenga mi blog absolutamente abandonado?

Seguramente, el Rey no sepa que esto de escribir en blogs y páginas web engancha, pero más que nada al principio. Ahora mismo no lo sabe, claro, pero después de la emoción del primer momento, le pasará como a mí y le vencerá la pereza. Porque no se trata de una manera fácil. Antes que nada, hay que saber imponerse a la comodidad. Y aun después, tener un buen día. De lo contrario se corre el peligro de dar vueltas y más vueltas a las palabras sin contar nada, como estoy haciendo yo hoy. O de ir tan directamente al grano que se líe parda, mérito que de manera casi unánime se reconoce hoy al primero de los españoles. 

martes, 24 de enero de 2012

Culos


Una muchacha neozelandesa ha sacado el culo a subasta por internet. Ella dice que estaba muy agobiada, que había perdido el empleo hacía unos meses y que no se le ocurrió otra salida que convertir su trasero en un negocio y permitir que, tras el oportuno paso por caja, fuera iluminado.
Aquí, en España, estamos en las antípodas de Nueva Zelanda. En las geográficas; y también, por lo que se ve, en lo que afecta al espíritu emprendedor de nuestro excedente de mano de obra. Cinco millones de parados y ni una sola vocación de emborronarse las posaderas… Y no será porque no parece rentable: la atribulada neozelandesa ingresará algo más de 9.600 euros por convertir su culo en un grafiti.
Parafraseando a Clint Eastwood travestido de Harry Callahan, los culos son como las opiniones: todo el mundo tiene el suyo. Por tanto, lo que haga con sus asientos debe ser asunto de cada cual. ¿Y si todos quienes han perdido el trabajo siguieran el ejemplo de esta muchacha? Pues se crearía empleo, claro. Al menos en el noble gremio de los tatuadores del Reino de España, que no darían abasto ante un mercado potencial de diez millones de nalgas. Esa es, al menos, mi opinión.

lunes, 2 de enero de 2012

Indigente


Dice la cadena SER que el Ayuntamiento de Barcelona ha multado cien veces a un indigente por dormir en la calle. Según la web de la emisora, la última sanción (notificada al comedor social que este hombre suele frecuentar) asciende a 473 euros.
Como soy de letras, he tenido que leer un par de veces la noticia. En la primera me había parecido un disparate administrativo, una barbaridad social, una indignidad política y una abominación moral.
Pero ya en la segunda lectura me he arrepentido de lo aventurado de mi juicio inicial, y he caído en la magnífica ocurrencia: un centenar de multas por indigente, a casi 500 pavos cada una… ¿Para qué molestar a quienes más tienen, a quienes se están forrando a costa de la crisis y acumulan riquezas con el infortunio de otros? Con un par de millones de sin techo basta para arreglar el problema de las arcas públicas de este país.
Y, al paso que vamos, yo calculo que de aquí al verano lo tenemos ya hecho.