viernes, 8 de mayo de 2009

El lunes es el gran día

El mundo entero espera al lunes como si le fuera la vida en ello. Porque el lunes, la civilización occidental e incluso la humanidad en su conjunto pueden asistir al primer día del resto de su existencia. O no, porque por las mismas tal vez una y otra queden abocadas al más absoluto de los descalabros. Y encima un lunes, con lo que cuesta levantarse...
Todo dependerá, ese día insisto, de que la presentación del nuevo libro de José María Aznar consiga una repercusión mediática internacional como la que merece quien tiene la varita mágica para salir de la mayor crisis económico-financiera desde el 'crash' de 1929; es más, quien puede conseguir que esto, al lado del episodio que generó la gran depresión, sea sólo un problema de quítame allá esos despidos o esas empresas públicas ineficaces.
La comunidad internacional se halla dividida, es cierto. Y tal vez, sólo tal vez, podamos salir de dudas el lunes. Porque el mismo lunes quizás sea demasiado pronto para zanjar esa discrepancia entre potencias, que se debaten en un sinvivir geoestratégico que seguramente se nos escapa a los mortales: si Aznar atesora más méritos como reconocido experto en economía internacional o como campeón de los más acrisolados valores de la prosa castellana. Yo sólo digo que me ha parecido escuchar en la radio a un tipo con nombre de frigorífico que decía que los depositarios del legado de Alfred Nobel están madurando seriamente la posibilidad de unificar los premios de Literatura y Economía; ante la más que previsible desbandada de candidaturas en ambas categorías y el indudable oprobio que se causaría a quienes desde ya mismo deberían considerarse segundones...
Hoy (bueno, ayer, porque a esta hora de hoy ya es mañana), los compañeros de El País han adelantado algunas de las recetas de Aznar. ¿Conocerá este hombre Estocolmo?

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