martes, 5 de mayo de 2009

En pie sobre la tierra vasca


"Yo soy un ciudadano de Portugalete que nunca había soñado con el honor de una responsabilidad tan relevante como para la que hoy solicito la confianza de esta Cámara. Soy hijo y nieto de trabajadores. Mi padre, Eduardo López Albizu, al que todos llamaban ‘Lalo’, trabajó como ajustador en los astilleros de La Naval, en Sestao. Mi abuelo paterno, Emilio, casi se dejó la vista en 'la colada' de Altos Hornos de Vizcaya. Mi otro abuelo, Antonio fue jefe de máquinas de un mercante que hacía la línea del Río de la Plata en los años cuarenta y cincuenta. El ejemplo y el compromiso político de mi familia, su lucha por la libertad, por la democracia y por los derechos de los trabajadores -una lucha por la que mis padres conocieron el destierro y las cárceles franquistas- me ha traído hasta aquí. Para mí la razón de ser de la política es mejorar las condiciones de vida de las personas y trabajar por los valores de libertad, solidaridad y justicia". La cita es larga. Es del discurso de investidura de Patxi López. Él es ya el primer presidente del Gobierno vasco ('lehendakari', se dice por allí) no nacionalista.
Esta tarde he podido escucharle, hablando de la mano tendida, de la construcción de un país desde la suma de voluntades, del papel esencial de los socialistas en los grandes momentos de la construcción de Euskadi, de su compromiso de gobernar para los dos millones y pico de personas que habitan esa tierra que lleva décadas desangrándose. Y me ha encantado, tanto por su forma como por su fondo. Tanto que envidio a mis compañeros que pasado mañana jueves podrán asistir a su toma de posesión, en un acontecimiento histórico en la Casa de Juntas de Guernica (Gernika), tal vez uno de los lugares más simbólicos de entre los lugares simbólicos que en el mundo han sido. "Ante Dios humillado, en pie sobre la tierra vasca, en recuerdo de los antepasados, bajo el Árbol de Gernika, ante vosotros representantes del pueblo, juro desempeñar fielmente mi cargo". Éste es el juramento ceremonial.
Hoy ha empezado un nuevo tiempo en la tierra que me vio nacer. Un tiempo en el que, como siempre, es más importante lo que se abre ante uno que lo que se deja atrás. López, Don Patxi como se ha referido a él la presidenta del Parlamento al término de la sesión, tiene ante sí una tarea tan ilusionante como colosal. Y complicada; porque deberá realizar un constante ejercicio de funambulismo político. Aquel que le permita jugar magistralmente con los tiempos. Y, al tiempo, con quienes le apoyan esperando que se estrelle; con quienes le van a negar incluso el agua, a la espera de recuperar ya olvidadas canonjías; y de los que, sin más, desean verlo volar por los aires... Todo un papelón. Y, sobre todo, un ejemplo. En pie sobre la tierra vasca. Ahí está, el hijo de Lalo.

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