viernes, 30 de diciembre de 2011

2012


Apenas unas horas quedan para que 2011 se deslice entre los dedos del tiempo. Justo a su ocaso amanecerá 2012, otro año nuevo, una promesa de futuro, una vida aún no hollada.

Siempre me ha sorprendido la subjetividad con la que se percibe el paso del tiempo: cómo un mes de disfrute se pasa en apenas un minuto; y cómo segundos de angustia se prolongan como si fueran años…

En términos generales, creo que 2011 era un año caducado antes siquiera de alcanzar su fecha de consumo preferente: incluso quienes han vivido un ejercicio favorable en lo particular no podrán negar que el balance general, como colectividad, se aleja mucho de lo óptimo. Aunque, como siempre, haya habido pescadores capaces de obtener su ganancia aun a fuerza de ser ellos mismos quienes revolvían el río...

El futuro me preocupa enormemente; me temo que el tiempo de los entusiasmos se ha quedado atrás. Caminamos hacia una sociedad menos libre, más insolidaria y, en definitiva, más pobre. ¿La razón? Hemos consentido que se pervierta el significado y la esencia de las palabras: de las auténticas palabras, las que hicieron las grandes revoluciones y las que daban sentido a la apasionante aventura de construir día a día este mundo…

Los grandes conceptos no se hicieron para los hombres pequeños. Y, por obra o por omisión, hemos dejado el mundo en manos de personajes de una talla más que dudosa.

lunes, 25 de julio de 2011

Julio


Medio país de vacaciones. Un cuarto, afanándose en disponer los cubiertos, los manteles y las jarras de sangría, a la espera de que los clientes lleguen al chiringuito. Otro tanto, haciendo cola mientras le preparan la mesa a pie de playa para dar cuenta de la paella o el espeto de sardinas. Y algunos, como yo; dotando al currículum de tal calidad literaria que es una lástima remitirlo a una ETT en lugar de hacerlo al jurado del Planeta.

Julio es un mes extraño. Sí pero no, descanso a medias, mucho calor y pocas ganas; sanfermines, Tour, terrazas y verbenas de pueblo. Casi todo viene trufado por la crisis: de la economía, de la política y, me temo, de la vergüenza.

Este julio he leído noticias que me sobrecogen, más allá de los asesinatos de Noruega: creo que no es lo mismo un atontado que un atentado, y espero que el episodio de Oslo se quede finalmente en la acción de uno o unos descerebrados; sin más repercusión que una tragedia ya de por sí de exageradas proporciones. Tampoco temo a la crisis financiera y las tensiones de quienes quieren pescar en río revuelto. Peces chicos y peces gordos se comerán entre ellos. ¿Y nosotros? Independientemente del color del gato que nos espere al otro lado de la ratonera, seremos los roedores del proverbio hecho célebre por Felipe González tras las enseñanzas de Deng Xiaoping. En eso, como en la isla noruega, tampoco parece que haya escapatoria.

Lo que de verdad me preocupa son las noticias que tienen que ver con la cotidianidad: responsables de instituciones que anuncian graciosamente auditorías privadas en corporaciones públicas; gestores políticos que censuran que un ayuntamiento no haya seguido “criterios empresariales” a la hora de desarrollar sus políticas y ajustar sus cuentas; un jefe de la oposición que se define como ‘campeón’ de la austeridad y oculta sus más que magros ingresos; un dirigente de una comunidad autónoma que trata de ocultar su vergonzante dimisión tras un velo de dignidad cuando pudo haberse revestido de esa virtud en forma de cortinilla de probador... Una lluvia fina mucho más peligrosa que la de Fukushima. La misma lluvia tóxica con la que algunos quieren embarrar el camino hacia el Palacio de La Moncloa.

Es julio. Hace calor. Medio país está de vacaciones. A fuerza de releerlo, hasta me está gustando mi currículum.

viernes, 20 de mayo de 2011

Campaña


Cádiz, Jerez, Algeciras, San Fernando, Chiclana, El Puerto, Sanlúcar, La Línea, Tarifa, Arcos. Y también Puerto Real, Olvera, Conil, Jimena, Grazalema, Benalup, Rota, Alcalá del Valle, Los Barrios, Vejer, Bornos, Paterna, Puerto Serrano, Castellar, Algar, Chipiona, Villamartín, San José del Valle, Trebujena, Ubrique, San Roque, Alcalá de los Gazules… Miles de kilómetros a lo largo y ancho de la provincia de Cádiz en apenas dos semanas de campaña y la consabida etapa preelectoral.

Un himno, el Aria de la Rosa, en casi todas sus versiones; decenas de sonrisas y abrazos; cientos de horas de coche y otras tantas de actos públicos y ruedas de prensa; miles de llamadas de teléfono; millones de impactos de las yemas de los dedos sobre el teclado del portátil… E incontables esperanzas.

El domingo, a eso de las once de la noche, celebraré la victoria del PSOE en las elecciones municipales. Pero hoy ya puedo celebrar sentirme partícipe de un proyecto colectivo que reúne a muchísimas personas que merecen mucho la pena. Personas que quieren que esta sociedad sea mejor día a día; personas que luchan para que el edificio de los derechos y las libertades crezca sólido sobre los ladrillos que otros, a costa de mayores sacrificios, pusieron antes. Personas que comparten una ideología; o mejor, unos principios que se tienen o no se tienen. Personas que dan pleno sentido a las palabras compañero y compañera. Personas que piensan en el nosotros antes que en el yo. Personas.

Sin estridencias ni obscenidades, me apetece decir que me siento orgulloso de todo esto y que, desde mi insignificancia, celebro sentirme parte de algo grande. Como celebraré también la victoria electoral del domingo. Por toda la gente que lo necesita. Por toda la gente que confía en ello. Por toda la gente que lo merece. Y porque, a veces, ganan los buenos.

lunes, 14 de marzo de 2011

Nuclear

No, no voy a escribir de la deformación profesional que me ha llevado a consultar en el diccionario de la RAE el significado del adjetivo ‘nuclear’ y que tampoco me ha descubierto gran cosa: ‘perteneciente o relativo al núcleo’. Tampoco de que, yendo a este sustantivo y descartando conscientemente la dimensión física del vocablo, me he quedado prendado con una acepción que me encanta: "elemento primordial al que se van agregando otros para formar un todo". No, de eso hoy tampoco toca.

Sí quiero redundar en la última entrada de este blog, que hacía referencia a la reciente tragedia vivida en Japón y a sus consecuencias en otros lugares distantes miles de kilómetros. Vuelvo la vista atrás en el tiempo y en el espacio, para concentrarme de nuevo en lo que ha sucedido y sucede aún hoy en el país nipón.

Y reflexiono acerca de una situación que parece obra del talento del más retorcido de los guionistas cinematográficos y que, sin duda, demuestra que la realidad se esfuerza por superar la ficción más audaz. Un terremoto de intensidad desconocida, seguido de un tsunami devastador…

¿Qué jinete de un moderno apocalipsis podría sumarse a estos dos para completar un trío de pesadilla? La amenaza de un desastre atómico, sin duda. Y ahí está, con algún reactor amagando con saltar por los aires para completar una serie de catastróficas desdichas… Las dos anteriores ya no tienen remedio. La que debe ocuparnos es la que toca hoy: la amenaza nuclear.

sábado, 12 de marzo de 2011

Tsunami

Ayer seguí todo lo de cerca que pude las informaciones referentes al terremoto registrado en Japón y sus efectos posteriores en medio mundo: desde la devastación causada en ese país casi de inmediato hasta la angustia que se apoderó después de medio planeta, del Sudeste de Asia a la Centromérica bañada por el Pacífico.

Y, claro, me dio por pensar en los tópicos típicos en estos casos, acerca de las colosales fuerzas de la naturaleza y de la insoportable levedad de quienes, en nuestra inconsciencia, nos sentimos dueños y señores del universo. Pero, tras sobreponerme a esa primera tentación, mi cansado cerebro se entretuvo en una reflexión que temo que enlaza la geología con otras ciencias de carácter eminentemente social.

Se trata de la dificultad de anticiparse, siquiera por unos segundos, a un cataclismo de la magnitud de un terremoto devastador. A pesar de todos los avances en el estudio de los comportamientos de las placas tectónicas, de las cuantiosísimas inversiones en aparatos y observatorios que miden y controlan la evolución de las fallas, la hecatombe llega de improvisto y golpea con toda su crudeza en los instantes que siguen al desastre.

Sin embargo, una vez encajado ese golpe, cabía poca opción para la sorpresa. Los estudiosos del asunto y los medios de comunicación (cierto es que con el rigor científico de los primeros y el alarmismo de los segundos) iban adelantando los acontecimientos. Las autoridades de más de medio centenar de países se pusieron manos a la obra, cada uno en la medida de sus posibilidades, para anticiparse a un posible desastre que avanzaba en términos de muchos kilómetros por hora a través del Pacífico.

Cuando los países y los colectivos sociales conocen los riesgos a los que están sometidos y actúan de forma responsable, minimizan los efectos de un posible desastre. De esta manera, aun habiendo sido muy importantes las consecuencias del terremoto en Japón, la devastación causada por el mismo se habría multiplicado en cualquier otro lugar del globo sin una cultura y una tradición tan arraigada en la limitación de posibles desastres de esa naturaleza. Podrán producirse, sí, pero la sociedad cuenta con mecanismos y procedimientos eficaces, desde la construcción preventiva de edificios siguiendo técnicas antisísmicas hasta la articulación de los equipos de protección civil que ofrezcan una respuesta adecuada ya a posteriori.

El terremoto sucedió. Pero, como se sabía que ese big one llegaría, antes o después, su fuerza destructora equivalente a no sé cuántos miles de bombas atómicas estallando a la vez no causó en Japón los estragos que hace apenas unos meses generó en un país menos afortunado como Haití.

Después, la angustia. La amenaza cierta de un muro de agua que avanza por el océano y que promete multiplicar los efectos del desastre. Los gobiernos, de cualquier ideología y toda lengua, evacuaron a la población más expuesta, articularon una eventual respuesta que atendiera a su ciudadanía, y arbitraron sistemas de respuesta y de socorro. Esto es, fueron conscientes de la intensidad de la amenaza y reaccionaron de forma preventiva. Preventiva y responsable.

Hoy por hoy es imposible predecir un terremoto. Sí se puede, y se debe, ser consciente del riesgo y actuar en consecuencia. Lo contrario sería un ejercicio de irresponsabilidad. Pero, cuando ya se ha producido el estallido y se conoce por las advertencias de los expertos y de los medios de comunicación de todo el mundo que un tsunami avanza por el océano con su carga de muerte y destrucción, ¿habría alguien capaz de no tomar medidas?

(La foto sobre estas líneas está tomada en la muy constitucional y muy ajena a tsunamis ciudad de San Fernando. A la vista está)

martes, 22 de febrero de 2011

22-F

¿Es el Congreso de los Diputados (junto al Senado) la manifestación máxima de la soberanía popular en este país? ¿Son los pasillos de la Cámara, frecuentados por parlamentarios de todos los grupos y por decenas de periodistas, un lugar público rodeado de miles de lugares no solo privados sino absolutamente reservados? ¿Considera que los representantes de la ciudadanía deben mantener unas mínimas reglas de decoro en sus actitudes y sus expresiones, en todo caso atendiendo a la dignidad del resto de cargos electos y de los cuarenta millones y pico de españoles que les pagan su no escaso sueldo ni su menos magra pensión? ¿Entiende que, ni siquiera en conversaciones privadas caben expresiones ni ademanes racistas, machistas, injuriosos ni vejatorios, y menos aun por parte de quienes tienen el privilegio y la responsabilidad de representar al pueblo soberano? ¿Es de recibo que una diputada del PP haya llamado hoy fascista al presidente del Congreso?

Mañana es 23 de febrero. El tango decía veinte; pero para algunos y algunas, treinta años tampoco son nada.

domingo, 6 de febrero de 2011

Periodistas


Jerez acaba de acoger el IV Congreso de Periodistas de Andalucía, organizado por la Federación Andaluza de Asociaciones de la Prensa (FAAP). El lema del evento, brillantemente coordinado por María José Pacheco y el resto de la directiva de la Asociación de la Prensa de Jerez, ha sido 'Dignidad, libertad y futuro'.

Considero magnífico que mi ciudad haya sido sede de este foro de comunicadores, y que se hable abierta y públicamente, sin rubor, de conceptos de semejante trascendencia. ¿Se habrán superado por fin aquellos tiempos en los que a los periodistas jerezanos se les presionaba con técnicas y argumentos mafiosos? ¿Nadie escucha al otro lado del teléfono aquello de “te voy a echar de Jerez”? ¿Ya no se estila el “espero que pagues con sangre por lo que has publicado”?

El futuro está ahí: solo es cuestión de tiempo darte de bruces con él. Nos aguarda a todos; en ocasiones, además, sitúa a cada uno en su sitio.

La libertad, como apuntaba en una entrada anterior, es el bien más preciado para cualquier ser humano. Paradójicamente, quien nunca la ha saboreado, jamás la echa de menos.

Y la dignidad... Es curiosa la dignidad. Al contrario que sucede con el futuro y con la libertad, una vez que se ha perdido la dignidad es imposible recuperarla. Además, ¿quién quiere libertad o futuro sin dignidad?

martes, 1 de febrero de 2011

Egipto


Es el viaje. Tiene que serlo, necesariamente. Tal vez haya otros que también puedan trasladarte a otra época y hacerte descubrir una civilización desaparecida. Pero no creo que puedan superar a Egipto. Mi imaginación es incapaz de pensar en otro lugar donde tus cinco sentidos permanezcan secuestrados, empapándose de vivencias que eres incapaz de asimilar, de forma que solo puedes recuperarlos cuando ya no son capaces de procesar tantos estímulos.
Egipto fue un regalo. Y, sinceramente, creo que no soy el mismo desde que me emborraché de luz y de calor al lado de unas piedras que me gritaban desde tiempos perdidos; desde que pude perderme por esas calles de El Cairo que no figuran en las guías turísticas; desde que fui capaz de sobreponerme a tantas y tan diferentes sensaciones.
Llevo días siguiendo los acontecimientos en ese país. Y asisto con cierto temor al pulso de la historia que se construye día a día. No porque desconfíe de la prudencia y la sabiduría del pueblo egipcio (hoy he leído que el lema de la República Árabe de Egipto es "silencio y paciencia, libertad, socialismo y unidad"). Muy al contrario: no me fío del papel que puede desempeñar la comunidad internacional en este proceso. Espero que, finalmente, la diplomacia cumpla su cometido y consiga que los actuales dirigentes de Egipto (el actual dirigente, perpetuado en el cargo desde que siendo niño vi cómo asesinaban a tiros a su antecesor) entiendan que ha llegado el momento: que hasta aquí hemos llegado, y que a partir de hoy los egipcios son dueños de su destino.
Durante mi estancia en ese país, los egipcios con los que pude hablar reclamaban que los países que cuentan con piezas arqueológicas que forman parte de su historia devolvieran tamaños tesoros; ellos no comprendían por qué se les había hurtado ese patrimonio. Entonces, yo traté de explicar que esas joyas no eran exclusivas de la historia egipcia, sino que de alguna manera formaban parte de la herencia cultural de la humanidad. Y que era preferible que estuvieran perfectamente conservadas en Berlín o en Nueva York, antes que ver amenazada su propia conservación en el vetusto y atestado Museo Egipcio de El Cairo.
Hoy agradezco no haber tenido que escuchar pregunta alguna sobre la paradoja que supone que las más prósperas democracias occidentales lleven años conservando fragmentos del pasado de Egipto mientras con su respaldo al régimen de Mubarak condenan a todo un país a la pobreza, a la ignorancia y al sometimiento político. Habrá quien lo justifique merced al necesario equilibrio de fuerzas en un escenario tan caliente como Oriente Próximo, con una importancia estratégica para bla, bla, bla... Pero yo, insisto, agradezco que no se me hiciera esa pregunta. Porque habría sido incapaz de explicar por qué nos importa más el pasado que el futuro. O por qué sentimos que nuestras conciencias están tranquilas por custodiar unos restos de un valor incalculable, mientras negamos a 80 millones de semejantes el más valioso de los patrimonios del ser humano. Aquel que jamás debe ser hurtado a nadie: la libertad.

(La foto que encabeza estas líneas muestra un resto arqueológico en el desierto. Se trata de una corona de piedra con la que algún día se tocó a una imagen de un faraón. Es la corona que simboliza la unión del alto y el bajo Egipto; en suma, el signo del poder absoluto. Efectivamente, coronas más altas han caído)

domingo, 23 de enero de 2011

Sed



"España tiene sed de urnas”. Lo ha dicho hoy Mariano Rajoy, el presidente nacional del PP. Lo ha estampado en Sevilla. Ha venido, ha soltado la gracia, se habrá fumado un puro y se ha vuelto a su casa. Y habrá quien le haya aplaudido; quien le haya reído la presunta ocurrencia.

A mí no me ha hecho ni pizca de chiste. Es más, me ha sonado a insulto, a desprecio. ¿Que España tiene sed de urnas? ¿Hoy? ¿No sería durante el casi medio siglo en el que las libertades estuvieron secuestradas por un régimen con el que el partido de Rajoy no ha tenido aún la decencia de romper públicamente? ¿No sería durante el tiempo en que los españoles vivieron sojuzgados por un dictador al que los cargos públicos del partido de Rajoy se oponen a retirar reconocimientos tan ignominiosos en democracia como medallas de oro de municipios o títulos de ‘alcalde honorario o perpetuo’?

Señor Rajoy: España no tiene hoy sed de urnas. Porque, parafraseando esa canción que tan poca gracia hacía a quienes no les gustaban las urnas, “sin duda las habrá”. Por fortuna para todos, también para usted.

Pero Andalucía sí tuvo sed. Y hambre. Durante muchas décadas. Cuarenta largos años en los que estuvo condenada al subdesarrollo: precisamente, el mismo tiempo que le costó recuperar el derecho a utilizar las urnas.

(Ignoro si los dirigentes del PP como Mariano Rajoy o Javier Arenas sienten, en lo personal, sed de urnas o de cualquier otra cosa. Pero, a juzgar por la foto que encabeza esta entrada, mucha hambre no pasan)

jueves, 20 de enero de 2011

Fichaje


Sabía lo del fútbol. Me refiero al mercado de invierno. Pero, ¿en las teles locales? Pues sí, también existe: puedo confirmar que es posible hacer fichajes con los que reforzar la plantilla de las emisoras municipales…

Siguiendo con el símil del fútbol, tal vez sea porque el Xerez ocupa un puesto de privilegio en la segunda división; y porque se frota los ojos ante la posibilidad de soñar con subir a primera, en plena crisis de la institución y en medio de un aparente vacío de poder como corresponde a una sociedad intervenida... Lo mismo es por eso que Onda Jerez también debe apuntalar su nómina de profesionales, con altura de miras. Y por eso ha cerrado un fichaje de ida y vuelta que llega, trayendo aires de la Bahía. El Cádiz opta, a su vez, por colarse en la liguilla de ascenso a segunda…

El fichaje (créanme, de la Champions del periodismo provincial) ha demostrado en el territorio Bahía, nada menos que en Onda Cádiz, lo que se espera de un profesional: trabajar con independencia y tratar de cumplir la esencia de un medio público, que no es otra que garantizar la presencia de todas las sensibilidades, ya sean políticas, sociales, económicas, culturales, religiosas… A mi juicio, lo ha conseguido; y ha pagado un precio elevado por ello.

Antes que cualquier cosa, Pepe es amigo. ¿Por qué? Por varias razones. Una de ellas, seguramente no la más importante, que los amigos deben saber estar en los momentos en los que se les necesita. Pepe, con quien puedo discrepar en otras cuestiones, también lo tiene claro, y ha estado ahí cuando más lo he necesitado. Por eso, solo puedo alegrarme de sus triunfos: en lo profesional, pero también en lo personal. Sobre todo en lo personal; y le deseo toda la suerte que merece y que en tantas ocasiones se le ha negado desde esa bendita tierra.

Él y yo sabemos (y creo que valoramos en la alta medida que merecen) dos cosas: el daño que puede causar la indecencia oculta tras una corbata de Hermes o unas gafas de Prada; y el alivio que se obtiene al recibir una breve llamada o un simple sms cuando la vida aprieta y amenaza con ahogar.

En la foto que encabeza esta entrada aparezco (en el centro) en mi única presencia en Onda Cádiz: alguien me invitó el pasado noviembre, cuando ahí fuera llovía que se mataba desde hacía meses, a una tertulia con un ramillete de escogidos jóvenes empresarios de la provincia. Quien me invitó se llamaba (y se sigue llamando) Pepe Contreras. En la foto está a mi izquierda. Pero solo en la foto. Pedazo de fichaje.

miércoles, 19 de enero de 2011

Máscara


Confieso que llevo meses asistiendo sorprendido a mi propia estupefacción. A pesar de haber nacido en el tardofranquismo, uno se ha criado (y adquirió aquello tan bonito del uso de razón) en democracia. Y entiende que las reglas de la gobernanza deben ser algo así como el catón del mundo civilizado…

Por eso, insisto, me parece sorprendente que en pleno siglo XXI (ya en 2011), una sociedad europea que se jacta de albergar algunos de los grandes valores democráticos pueda estar gobernada por un personaje que parece gestionar los asuntos de la res pública siguiendo sus intereses particulares; que el concierto de los pueblos más libres del planeta asistan a un episodio en el que quien ostenta el poder político utiliza los medios públicos y su influencia directa o indirecta sobre los canales de comunicación privados para intentar imponer el pensamiento único y pervertir las reglas del juego democrático; que en plena Europa occidental se dé un caso en el que el nepotismo y las supuestas prebendas, a cambio de tan hipotéticos como públicos y publicados favores sexuales, empañen el prestigio de la clase política e incluso de la colectividad a la que representa, que contempla cada vez con menos asombro todo un rosario de escándalos judiciales sin precedentes; que pueda trasladarse siquiera a la ciudadanía que lo importante de verdad es un implante de pelo o unas inyecciones de bottox, porque no hay nada como una máscara tras la que ocultar tamaña podredumbre…

En diversas ocasiones he leído una frase que ahora he encontrado atribuida a Georg Christoph Lichtenberg: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Me encanta, y debería hacer pensar a algunas personas.

La foto, sobre estas líneas, es de Silvio Berlusconi. Me ha gustado, la verdad.

jueves, 13 de enero de 2011

Ojito



Lo traslado como me lo cuentan, sin poner ni quitar coma. Se trata de una nueva modalidad de robo de la que fue testigo quien me relata la secuencia, acaecida a plena luz del día y en el mismísimo centro de Jerez.

Varios coches paran ante un semáforo en rojo. Dos jóvenes se acercan al primer vehículo detenido y acceden apresuradamente al mismo, uno por la puerta situada tras el conductor, y otro por la del copiloto. Desde fuera, parece que no sucede nada. Pasan unos segundos: el rojo se vuelve verde; el primer vehículo parece no decidirse a arrancar; los de atrás aceleran de forma cada vez más nerviosa, aun sin poder moverse; al fondo de la cola se escucha el primer claxon…

De repente, se abre una puerta de cada lado del primer coche; las mismas por las que los dos jóvenes entraron en él apenas medio minuto antes. Ambas quedan completamente abiertas, después de que los dos muchachos hayan salido a la carrera, cada uno en una dirección distinta. Los conductores que aguardan a que se reanude la marcha ven, tras cinco segundos de desconcierto, cómo el conductor (un hombre de cierta edad) sale del automóvil haciendo gestos de sorpresa y de resignación.

Parece pedirles perdón por la demora en arrancar. De hecho, no lo hará: los dos individuos que se habían colado en su coche le obligaron a entregarles la cartera y alguna otra pertenencia de valor. Uno de ellos, además, arrancó la llave del contacto y salió pitando con ella, convirtiendo así al coche de su víctima en una improvisada barricada con la que facilitar su propia huida…

Alguien que sabe de esto me ha dicho que recupere esa costumbre que tanto me desesperaba cuando era pequeño: bloquear los ‘seguros’ de las puertas. Y que tenga ojito, por si acaso.

miércoles, 5 de enero de 2011

Humo

Mañana podré celebrar que ya han pasado dos años desde que mis pulmones no respiran el humo de un cigarro. Bueno, por ser más exacto, debería decir que se cumplirán dos años de que mis labios no han catado un artilugio en combustión en ninguna de sus modalidades más o menos convencionales: cigarrillos, habanos, picadura liada… Nada de nada.

Como decía aquel presunto estadista que recientemente ha tratado sin demasiado éxito de mover sus antiguos hilos, cero patatero en lo que respecta al ‘consumo voluntario’. Otra cosa es lo que me ha venido dado gracias a la ‘contribución desinteresada’ de mis semejantes liados entre volutas y ansiedades cuando la cajetilla ya da las últimas boqueadas... Ración que también espero ver reducida drásticamente ahora, por obra y gracia del Boletín Oficial del Estado.

Por eso, mañana, siguiendo un rito que cumplo y que trato de difundir entre mis allegados cada vez que debo o deben celebrar un acontecimiento, descorcharé una botella de un vino mágico que tiene nombre de mujer y apellido de raíz bodeguera.

Esta noche, la noche de Reyes Magos, junto al agua para los camellos dejaré en el salón de mi casa una botella similar, junto a tres copas. Ellos me hicieron un regalo en 2009 (bueno, dos, porque el otro fue este blog) que era el mejor de los posibles. ¿Cómo no tratar de corresponderles para siempre a partir de entonces? El año pasado, cuando amanecí tras una noche igual que esta dispuesto a celebrar la primera muesca en mi proceso de desintoxicación tabáquica, les agradecí enormemente que apreciaran mi pequeño detalle. Y que no dejaran olor a humo. Ni siquiera de incienso.

sábado, 1 de enero de 2011

Nuevo

Comienza un año más. Con lo bueno y malo que tiene lo desconocido. Más allá de la sabiduría que encierran varios dichos castellanos que ahora me vienen a la memoria, ansiamos la llegada de algo nuevo en medida de lo malo que nos rodea; y, al contrario, nos aferramos a nuestro presente medianamente venturoso por más que escuchemos promesas de mayor bienestar. El ande yo caliente y el mal de muchos, vencidos de repente por el más vale conocido…

Mis mejores deseos para 2011. Sí, para 2011; para el año nuevo que ahora se asoma a la puerta. Para él, para que sea capaz de acertar y de poner a cada uno y a cada una en el sitio que merece. Porque el año será nuevo, pero no tiene por qué ser tonto.

Insisto, mis mejores deseos. Para 2011.