jueves, 24 de septiembre de 2009

Podré decir que estuve allí



El próximo martes, los jerezanos y las jerezanas estamos llamados a participar en la manifestación convocada para tratar de impedir el cierre de uno de sus iconos industriales: la fábrica de botellas de Vicasa.
El propietario de la factoría, el grupo de capital francés Saint Gobain, ha decidido dar cerrojazo a la misma, empleando criterios que no son compartidos por la plantilla, los sindicatos ni el tejido social en general.
Porque en Jerez nadie comparte que la planta no sea viable; ni siquiera con los datos de la empresa en la mano. Y las Administraciones, lideradas por el Ayuntamiento, han cerrado filas en torno a los intereses de los trabajadores y de sus familias. De la actividad en un sector íntimamente ligado a una de las señas de identidad de Jerez como es su vino universal. Y, fundamentalmente, han cerrado filas en defensa de toda una ciudad, la misma que siente a Vicasa como un símbolo.
Por eso hay que acudir el próximo martes 29 de septiembre, a las siete de la tarde, a la Plaza del Arenal. No creo que haya nada mejor que hacer a esa hora ni en el ratito durante el que se prolongue la manifestación.
Sería bonito empujar, un poco cada uno... ¿Y si además lo conseguimos?

lunes, 7 de septiembre de 2009

Otro verano en la mochila

Así, en plan Labordeta. Con un zurrón que porta cuarenta estíos y que va pesando. Tanto como cuatro décadas, que ya es pesar.
Aunque este año (como siempre, por otra parte) uno no tenga derecho a quejarse del paso del tiempo, porque lo verdaderamente importante es acumular almanaques ansiosamente, como si acabara de acuñar la trasposición del ‘síndrome de Diógenes’ para los calendarios. Porque los ocho meses que ya se han consumido de 2009 han supuesto una auténtica sangría de amigos; y, lo que es más importante, de amigos-compañeros.
Adolfo, Juan Andrés, José Luis, Manolo… Son algunos de quienes han abandonado para siempre esta profesión que en ocasiones se disfraza de sacramento que imprime carácter y que llega a alcanzar la apariencia de un sacerdocio… (Obsérvese que la metáfora católica habla de ‘disfrazar’ y de ‘aparentar’, y que, por lo tanto, en absoluto ‘comulgo’ con la literalidad de lo escrito).
Pues sí, hoy me he reincorporado a mi responsabilidad laboral; esto es, al Ayuntamiento de Jerez. Y, desde luego, ese regreso no corresponde en absoluto a un período vacacional como el que podría aparentar esta bitácora, bastante abandonada y amenazada por los jaramagos cibernéticos.
A lo largo de este verano, he tenido la oportunidad de hacer dos pequeños viajes. Uno, a una magnífica casa rural de Portugal (en pleno Alentejo), cuyo idílico emplazamiento sólo revelaré forzado por la tortura. Y otro, a Londres. El primero ha sido gracias a la convergencia europea (autovías y autopistas de por medio); el otro, por la revolución del mercado de las líneas aéreas y el advenimiento de las líneas de bajo coste en las que tu tacañería te ahorra el mal trago de tragarte el zumo de naranja con el que Iberia de ‘agasajaba’ cuando el peso de mis alforjas se reducían a la mitad.
Y me he dado cuenta de la enorme peligrosidad de viajar. Sin duda, junto a leer, se trata de la mayor amenaza a la que puede estar sometido el ser humano libre. ¿Y saben por qué? Porque viajando o leyendo (esto es, accediendo a nuevos universos que superen su limitado mundo cotidiano, lleno de miserias y de mediocridades), uno es capaz de crecer como persona. Por este motivo, las dictaduras de todo signo político se afanan en que sus nacionales no puedan leer o viajar. Bueno, todas no, porque algunas del Cono Sur de América incluso llegaban a fletar vuelos especiales ‘gratis total’ a beneficio de algunos de sus ciudadanos. Vuelos desde los que sus pasajeros eran lanzados al océano, también sin coste alguno para ellos, convenientemente amarrados a raíles de ferrocarril.
Yo, desde siempre, he entendido que el principal derecho de un ser humano no es el de recibir un educación, ni siquiera el de ser respetado en su individualidad, ni en su opción religiosa, sexual o de género. No. El mayor e inalienable derecho de todos nosotros debe ser el de poder irse, el de desentenderse libre y conscientemente de cualquier proyecto que siquiera roce el más mínimo apartado de nuestra ‘mismidad’. Porque cada uno de nosotros marcamos el límite del campo de juego, el reglamento y el tamaño de la pelota con la que se juega a un deporte tan aparentemente banal como es el del respeto a uno mismo.
Hoy he vuelto de mis vacaciones. Y la mochila agota, lo cual me encanta después de cuarenta años; porque no sería capaz de poder desprenderme del más mínimo peso de los que ella almacena y yo acarreo. Más pesa un raíl.

jueves, 30 de julio de 2009

Hoy somos dos menos

Ea, al carajo. Ya lo han conseguido. ETA ha asesinado a dos personas. Eran dos jóvenes guardias civiles; pero podrían haber sido dos prejubilados de Telefónica, una pareja de enamorados de Badajoz o un par de tipos que celebraban que uno de ellos había sacado unas oposiciones a auxiliar administrativo en un ayuntamiento de La Rioja.
Anoche escribí una entrada que se me ha atragantado en cuanto he conocido la noticia del asesinato de estas dos personas en Mallorca. Anoche pretendía reflejar que solo la suerte evitó una verdadera tragedia el miércoles en Burgos. Paradójicamente, una de las personas asesinadas hoy había nacido en esa ciudad castellana; y no creo que sus padres compartan conmigo mi lamentable teoría de que el azar nos libró la víspera de una hecatombe de proporciones históricas. Ellos serán ya la familia mil y pico (como la de su compañero nacido en Navarra) que todas las Navidades tendrá una silla vacía gracias a una banda de indeseables.
Hoy me apetece desnudarme; hoy que dos personas han sido reventadas por la metralla; hoy que no siento pudor, porque no cabe sentirlo si dos semejantes se han dejado las entrañas sobre el asfalto. Hoy, sí, porque quiero contar dos historias que me tocaron de cerca. Una la viví en primera persona. Otra la conocí muchos años después de que sucediera. La primera me tiene a mí como testigo; más bien ciego pero testigo: sucedió al volver del colegio con un compañero que vivía un número más allá que yo. Teníamos como unos 10 años. Cuando estábamos casi a la altura de mi portal escuchamos un sonido seco al que no dimos importancia; supongo que estaríamos hablando de nuestras tonterías. Rondábamos los diez años. Recuerdo cómo vimos llegar corriendo desde el portal de mi amigo a uno de mis vecinos, que nos metió a toda prisa en el edificio. A apenas 20 metros de allí, un libertador de la patria vasca había decidido volar la cabeza a un ex militar mutilado. Hoy, ni siquiera recuerdo el nombre de aquella persona. Creo que nunca lo supe, pero me parece que he encontrado la noticia de su asesinato (deduzco que no acierta con el número del portal). Lo que no he olvidado jamás fue el dispositivo policial bajo mi ventana, los nervios de mi madre, su llanto desconsolado, sus abrazos nerviosos; y la falta de hambre una vez pasadas muchas horas, a pesar de que la pobre mujer fue incapaz de acercarse a la cocina y ni siquiera de pensar que alguien tuviera cuerpo para probar bocado.
La segunda historia que me apetece reflejar hoy tuvo como protagonista a mi padre. Bueno, a mi padre y a los amigos que compartían esa costumbre tan vasca de cerrar la jornada laboral con una ronda de chiquitos por un rosario de bares. La pandilla (allí estos grupos de amigos suele denominarse 'cuadrilla') solía hacer un recorrido por una serie de locales 'fijos' en el vía-crucis diario. La cosa fue que, al entrar en uno de ellos, el camarero les sorprendió sacando una botella de cava y diciendo más o menos que ese día no había tinto, que sólo tenían champán y que invitaba la casa: según me contó años después un amigo de mi padre, habían caído cinco o seis agentes de Policía o de la Guardia Civil. Siempre según su relato de la historia, mi padre (que tal vez no atesoraba entre sus múltiples virtudes el arrojo de la legión extranjera pero sabía que cada cual pone precio a su dignidad) tornó grave su gesto, miró a sus compañeros, dirigió sus ojos al tipo de la barra y sólo acertó a espetarle "buenas noches" antes de girarse y dirigirse a la puerta, seguido de sus colegas. Jamás volvieron a pisar ese bar.
Hoy, una banda de indeseables ha conseguido el maldito milagro de que un domingo sea seguido de un jueves. Y ha acabado con la vida de dos personas, jodiéndosela además a decenas de ellas. Mañana tocan las concentraciones. Y habrá que estar, por más que crea que no sirven para nada excepto para que quienes buscan notoriedad consigan la movilización de miles o de millones de personas; en su contra, sí, pero movilizaciones al fin y al cabo que son fruto de una agenda marcada por quienes tienen las bombas y las pistolas.
Yo iré mañana, sí, como he ido otras veces, venciendo mi escepticismo y haciendo de tripas corazón. Por el pobre hombre al que le volaron la cabeza cuando volvía del cole; por mi padre y sus colegas; y por los padres y los colegas de los dos semejantes que mañana no podrán acudir a ninguna concentración. Por todos nosotros, en suma.

El miércoles fue domingo

Hace unas horas, un par de descerebrados (que con el apoyo de cuatro seres repugnantes que responden a intereses de ocho renegados que obedecen a dieciséis mafiosos que están instalados en un régimen de extorsión que sostiene a treinta y dos tiparracos que, con el apoyo de sesenta y cuatro estómagos agradecidos, insisten en sustituir la legitimidad de los votos por la fuerza de las esquelas), ha sentido el ‘peso de la historia’ como elemento necesario para la liberación de Euskal Herria y se ha visto ‘políticamente obligado’ a volar una casa cuartel de la Guardia Civil. Y, en consecuencia, a causar una escabechina de proporciones afortunadamente desconocidas.
En el ‘mundo civilizado’, tal acción sólo puede nacer de un demente que actúe ‘a título individual’ en Wisconsin o Alabama; o de una organización multinacional que sea considerada una amenaza global independientemente de que actúe en Londres o en El Cairo. Pero ha sucedido en Burgos. Bueno, no ha sucedido como lo habían planeado. Sólo hemos estado a punto de vivir una tragedia. Gracias a quien sea, nos hemos librado por un pelo.
Más allá de lo políticamente correcto, mi intelecto encuentra dos serias dificultades para asimilar este tipo de situaciones al que algunos nos someten cada cierto tiempo con sus capuchas, sus pistolas y sus detonadores: una viene de la mano de los constantes y reiterados mensajes referentes a la necesaria unanimidad de los demócratas y a la firmeza del estado de derecho (como si hubiera que destacarlo, a estas alturas del partido); la otra nace de mi eterna duda acerca de si cualquier país de nuestro entorno (el de las democracias occidentales, nada menos) soportaría una constante extorsión como ésta, tras cuatro décadas de hemorragia y mil muertos en el camino.
Este país llamado España se ‘refundó’ con motivo de la aprobación de la Constitución de 1978. Y lo hizo utilizando un traje ancho de sisas, dejando abiertas muchas de las cuestiones ‘calientes’ que le acecharían en el futuro inmediato; precisamente, a la espera de que esa senda del diálogo continuara dando unos frutos que en determinados lugares no se han dejado madurar en nombre de un nacionalismo tan trasnochado como ridículo. El mismo que ha optado durante años por esperar a que las ondas expansivas movieran las ramas y así se pudiera recoger unas nueces doblemente amargas, tanto por su falta de madurez como por haber nacido de una tierra no solo regada con agua.
Tres décadas más tarde, alguien ha cargado una furgoneta con los explosivos necesarios para derribar un edificio en el que dormían 40 niños y más de 70 adultos; lo ha aparcado junto al inmueble y se ha largado, a la espera de que pasara lo que finalmente no ha sucedido. Esta vez nos hemos librado; pero sólo es domingo un día a la semana…

lunes, 27 de julio de 2009

Abierto en verano

"Hasta ahora, todo estaba perfecto". Es el final de un chiste clásico, el del prepúber cuya mudez obligó a sus padres a emprender una pereginación por médicos y curanderos de todo tipo y que sólo finalizó ante un plato de sopa poco sazonada.
Como mafaldista recalcitrante, no tengo el menor aprecio por la sopa. Pero estimo cada vez más el valor del silencio. Tal vez por ello haya llegado a acumular un mes sin asomarme por esta ventana a la red; aunque también es cierto que en este período han mediado unos días de desconexión en el Alentejo...
Hoy rompo este 'silencio' y regreso. Aunque, con la que está cayendo (mi ordenador dice que en Jerez se miden ahora 37 grados) no es éste el mejor día para sacar el hocico por ventana alguna.

Acaba el curso, sigue el camino

No acaba mal el ‘curso’ para Jerez. Nada mal. De hecho, mi ciudad va a comenzar agosto con dos buenas noticias, en un momento en que las buenas noticias no abundan. Dos buenas noticias económicas íntimamente vinculadas al empleo, y al empleo industrial. Casi nada, con la que está cayendo ahí fuera.

Hace apenas unos días, los máximos responsables de la firma Zahav Automobile anunciaron la inminente adquisición de 40.000 metros cuadrados de suelo industrial sobre los que levantar una fábrica para construir todoterrenos. A tenor de la hoja de ruta marcada por los responsables de la firma y la alcaldesa, Pilar Sánchez, será el próximo mes de agosto cuando se rubrique el documento que hará posible una inversión de 57 millones de euros y la creación de entre 540 y 600 empleos. La construcción de la factoría deberá comenzar en la próxima primavera y, en una segunda fase, la compañía decidirá si Jerez acoge su base de operaciones de España, desde la que atendería además sus necesidades logísticas en el norte de África. Ante esa posibilidad, la empresa ha reservado otros 120.000 metros cuadrados para afrontar una eventual ampliación en un futuro.

Hoy mismo, la propia alcaldesa ha firmado con responsables de AENA y de la empresa Atlántica de Composites la cesión de 15.000 metros cuadrados de suelo para la instalación de esa compañía en el Polo Aeronáutico de Jerez, con lo que la ciudad se incorpora en una posición envidiable al eje aeronáutico andaluz que enlaza Sevilla con Cádiz y que desde hoy cuenta con un ‘apeadero’ más en la provincia que los ya tradicionales de EADS-Casa en El Puerto y de Airbus en Puerto Real. La inversión de Atlántica de Composites, de 20 millones de euros, supondrá la generación de unos 200 empleos cuando esté a pleno funcionamiento el año que viene. De esta forma, Atlántica de Composites se convierte en la primera empresa en instalarse en el Polo Aeronáutico de Jerez, un ambicioso proyecto que pretende reunir, en una superficie cercana a los 300.000 metros cuadrados, actividades de desarrollo industrial y otras ligadas al I+D, así como un apartado dedicado a la formación y a la puesta en marcha de un vivero de empresas ligadas a esta área de actividad.

Creo que Jerez se está convirtiendo en una ciudad clave en el desarrollo económico y social de Andalucía. Con sus sombras, sí; pero con innegables luces. Las mismas luces que, a pesar de quienes prefieren remar en contra, volverán a parpadear el próximo jueves, en busca de llamar la atención de potenciales inversores que creen riqueza y empleo en esta tierra. Porque será el jueves cuando el Pleno Municipal apruebe los criterios para la declaración de interés público de actividades económicas que impliquen creación de empleo y de tejido industrial en esta ciudad. Hoy, la oposición se ha abstenido en la preceptiva Comisión Informativa...

Es cierto que esta ciudad ‘necesita mejorar’, pero me resisto a ver sólo la parte vacía de la botella. Y es evidente que, poco a poco, la tendencia se está invirtiendo, por más que algunos continúen trabados en sus discursos apocalípticos. Y que Jerez suena cada vez más en el concierto económico y empresarial de la Comunidad Autónoma y del conjunto del país, en no pocas ocasiones gracias a la lealtad de otras instituciones que superan el ámbito de lo municipal (fundamentalmente la Junta de Andalucía y el Gobierno de la Nación).

Ése es el camino para afrontar la salida de la crisis económica en las mejores condiciones posibles, a la espera de un cambio de ciclo que antes o después debe llegar; un camino, como cantaba Silvio Rodríguez, en el que numerosas sillas invitarán a parar, en el que los zapatos gastados se convertirán en espejos que quemen las gargantas al caminar… Éste y no otro es el camino. De cada uno dependerá si prefiere la comodidad de las sillas y la frescura de las umbrías.

jueves, 25 de junio de 2009

No vale todo

Hace unos días, mi buen amigo Salvador León dedicaba una de las últimas entradas de su blog a Antonio Saldaña, secretario general del Partido Popular de Jerez. En realidad, Salva recurría a su habitual brillantez para poner en solfa una tribuna libre publicada por Saldaña en la prensa local; un artículo que, por lo que me dicen quienes conocen al secretario general de los populares jerezanos, no está a la altura de su verdadera talla; un artículo que supone un seguidismo de viejos discursos que han recibido en reiteradas ocasiones el castigo de los electores; un artículo que apuesta por la crítica fácil y por la crispación como armas de una estrategia política en la que no tienen sitio las propuestas a la ciudadanía; un artículo que parece responder a los estereotipos más carpetovetónicos de la derecha del loden y el sombrero tirolés; y un artículo, en suma, que da a entender que todo vale antes de que las prisas por obtener un resultado electoral positivo se traduzca en auténticas angustias.
El PP está en campaña. Creo que lo está de forma permanente y en todos sus niveles: desde la estructura de Génova que tiene su vista puesta en el Palacio de la Moncloa hasta su último grupúsculo al acecho de las pedanías del más recóndito de los municipios. Y, echando un vistazo más o menos detenido, llego a una conclusión muy sencilla. En aquellas instituciones que gobierna, el PP se esfuerza por aparecer como la gran y única esperanza (como si los entes gestionados a la sombra de la gaviota fuesen islas florecientes en medio del proceloso océano azotado por la crisis económica). Como consecuencia, se produce el correspondiente ninguneo del resto de Administraciones de otro ‘color’ político (con una actitud que roza la falta de respeto institucional) y la arrogación de todas aquellas iniciativas, proyectos y realizaciones que provengan de otros ámbitos. El modelo ‘de libro’ para quien lo quiera estudiar en profundidad está a muy poquitos kilómetros de aquí: en Cádiz, la ciudad cuna de las libertades constitucionales y hasta hace no mucho conocida por su espíritu crítico. Espíritu al que también parece haberle afectado la carestía de la vivienda de la capital, con lo que ha debido mudarse a alguna otra localidad del entorno de la Bahía.
Pero, ¿qué sucede donde el PP pretende conquistar el poder? La estrategia ha quedado de manifiesto en la campaña de las pasadas elecciones europeas y, día a día, se reitera en la tarea de oposición de los distintos grupos municipales populares. Se trata de mantener instalado en el más español de los cabreos tanto a su electorado tradicional y consolidado como a quienes ocasionalmente han flirteado con sus siglas; de esta forma consiguen una especie de movilización permanente, a la espera de que se publique la convocatoria electoral en cuestión. Pero la aritmética electoral del PP no solo cuenta con tener permanentemente mosqueados a varios millones de compatriotas; pasa también por desilusionar al electorado del PSOE. ¿Y cómo? Usando argumentos tan falaces como peligrosos, algunos de ellos ligados al descrédito de las personas que se dedican a la política (curiosamente, muchas de ellas mujeres; y mujeres jóvenes); al supuesto desmedido enriquecimiento de quienes desarrollan esta actividad; a la incapacidad de nuestras instituciones para gestionar con garantías asuntos de trascendencia universal como la crisis económica o la gripe porcina pero que parecen responder exclusivamente a la incapacidad de nuestros gobernantes… En definitiva, presentando a quienes deben ser los adalides de la eficacia y la honestidad como una pandilla de advenedizos incompetentes cuyo único objetivo es llenarse los bolsillos a costa de los contribuyentes, haciendo apostasía de su compromiso con los parias de la tierra.
Personalmente, creo que no les dará resultado. Porque es una maniobra demasiado burda. Y porque se apoya en presupuestos falsos. Pero, más allá del rendimiento que esa estrategia pueda acarrearles (a medida que se acerquen las citas electorales, la presión sobre las personas y las instituciones se irá haciendo más intensa y pasará de lo evidente a lo obsceno), me preocupa que ‘de verdad’ valga todo. Porque no debe valer. Ni siquiera debe pensarse que pueda valer. Porque de lo contrario el propio sistema estará en serio riesgo.
Hoy he leído una entrada del blog de Lidia Menacho, joven concejala del Partido Popular en el Ayuntamiento de Jerez, que ha elevado hasta la zona roja mi nivel de preocupación por lo perverso que puede volverse el debate político cuando se abandonan los principios que deben sustentarlo. Lidia Menacho, en su blog, mete palito en candela al hilo de determinadas críticas al jefe del Cesid, el servicio de inteligencia español, y hace un gazpacho incomestible que además puede resultarle muy indigesto. Quiero pensar que se le ha escapado, que se trata de un calentón derivado del exceso de celo en su seguidismo de las consignas de sus mayores, y de las ganas de arrearle a Zapatero y a la ministra de Defensa una patada en el culo del jefe de los espías, a los que compara con Mortadelo y Filemón.
Porque Lidia Menacho, una representante de los ciudadanos y ciudadanas de Jerez, que forma parte de las listas de un partido político que se autodenomina democrático y constitucional, dice en su blog: “No nos bastó con los GAL, ese terrorismo de Estado que todos los países hacen pero que en España pasa a las portadas de los periódicos de lo chapucero que es todo”. Me encanta la preocupación por la chapuza, porque España es un país moderno que no merece seguir padeciendo el sambenito del chapú. Ahora bien, como español y como demócrata, agradecería que no se jugase con determinadas cosas. Porque el GAL no fue una chapuza sino una trama terrorista; y como tal, sus miembros purgaron sus delitos. No por ser una cuadrilla de zarpas sino por secuestrar, extorsionar y asesinar. Y me importa un comino si en otros países se mira para otro lado cuando se hacen esas cosas, como ella asegura que sucede a lo largo y ancho del mundo. En mi país, no lo consiento. Y me gustaría que los concejales de mi pueblo, incluidos los del PP, pensaran como yo.

viernes, 19 de junio de 2009

De nuevo


De nuevo, los discursos sobre la madurez de la sociedad española. De nuevo, las alusiones a la necesaria firmeza democrática. De nuevo, las viejas retahílas acerca del implacable peso de la ley y del Estado de Derecho.
De nuevo, las promesas sobre el cada vez más cercano final de los violentos. De nuevo, la efímera unidad de los partidos políticos. De nuevo, los comunicados de solidaridad con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. De nuevo, las concentraciones silenciosas que no acallan al estruendo de las bombas.
De nuevo, un ser humano asesinado. De nuevo, una familia destrozada. De nuevo, un país que sigue desangrándose. De nuevo, el fuego y los gritos; el dolor y el llanto; la impotencia y el asco. De nuevo.

(El inspector de la Policía Nacional Eduardo Puelles García, de 49 años, ha sido asesinado hoy por la organización terrorista ETA en Arrigorriaga, cerca de Bilbao. Hacia las nueve de la mañana, una bomba-lapa colocada en el vehículo del agente ha explotado y ha segado su vida. Eduardo Puelles García, que había nacido en la localidad vizcaína de Barakaldo, estaba casado y tenía dos hijos)

martes, 16 de junio de 2009

Menos humos

Lo siento por algunas personas; por aquellas que tienen un serio problema de dependencia. Pero poco más. Por todo lo demás, me alegro enormemente de la decisión del Gobierno de subir los impuestos que gravan al tabaco. Y me da igual que la razón de fondo no nazca únicamente de un criterio sanitario sino de esté acompañado de una necesidad económica, como es “reforzar la sostenibilidad de las cuentas públicas”. Gato negro o gato blanco, el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (una especie de consejo de sabios que reúne a un buen número de sociedades científicas y profesionales de la medicina) asegura que la subida del precio del tabaco se ha revelado tradicionalmente como la medida más efectiva tanto para provocar el abandono de ese hábito como para evitar que los más jóvenes se ‘asomen’ al mundo del tabaco.
Al menos eso ha recogido hoy Europa Press en un teletipo que cita un comunicado en el que esa entidad afirma que España sigue teniendo el tabaco más barato entre los 15 ‘socios’ más ricos de la Unión Europea; un comunicado en el que, además, el CNPT aboga por que los precios se acerquen a los niveles de otros países europeos para conseguir una adecuada ‘desincentivación’ del consumo.
A comienzos de año, leí la guía de ayuda para dejar de fumar elaborada por el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo. Y ya llevo más de cinco meses sin catar un cigarrillo. Si fuma, échele un vistazo. Aunque sólo sea por la necesidad económica de ‘reforzar la sostenibilidad de sus cuentas domésticas’.

lunes, 15 de junio de 2009

Sociedades 'ilimitadas'

Me he borrado del fútbol. Ya no me interesa. Lo seguiré, sí, a distancia; como las elecciones en Georgia. Pero, desde luego, nada de sufrir por los colores. Por más que el Xerez Deportivo haya protagonizado un histórico ascenso a Primera que provocará que en Chapín pueda verse el mejor fútbol del mundo (con permiso de la Premier), lo cual trataré de disfrutar en lo posible; y por menos que el Alavés, el equipo de mi infancia, haya descendido al abismo de ‘la segundabé’, con lo que espero que ejerza como tuerto aventajado en el país de los ciegos tuercebotas…
Pero me he borrado del fútbol. Viene esto por el último fichaje del Real Madrid (a los dos últimos en realidad, aunque el más reciente ha sido la gota que ha colmado el océano), un muchacho portugués por el que se va a pagar cerca de 100 millones de euros y que, según dicen, se embolsará anualmente nueve kilos de euros libres de polvo y paja fiscales.
Porque el caso de Cristiano Ronaldo ha acabado de sacarme de quicio. No ya desde el punto de vista con el que algunos han analizado este episodio, enormemente criticado por lo que supone de dispendio en un contexto generalizado de crisis económica sólo comparable en sus colosales dimensiones a un cataclismo de valores sociales que, me temo, antes o después nos va a arrastrar al más oscuro de los abismos. No, no van por ahí los tiros, simplemente porque creo que cada cual tiene derecho a invertir el dinero como mejor le parezca; y porque, además, estoy seguro de que la ‘operación CR’ será enormemente rentable, desde el punto de vista económico, para sus impulsores: derechos de imagen, venta de camisetas, televisiones, ‘bolos’ de verano, merchandising... Y, supongo, algún título deportivo que otro, lo cual también cuenta con una traducción más o menos directa al plano monetario.
Mi hastío no nace de nada de esto. Muy al contrario, responde a lo que considero la definitiva conversión de un deporte como es el fútbol en un negocio sólo apto para quienes disponen de crédito ilimitado ante las entidades financieras. Si el deporte se convierte en una simple operación empresarial, ¿qué sentido tienen las aficiones, el amor a unos colores, las tardes de domingo de cabreo, los sanos piques con los colegas por quítame allá un fuera de juego…? Ninguno, creo yo.
Porque me temo que nadie es de Endesa porque iba de la mano de su papá a pagar el recibo de la luz; ni siente los colores del Banco de Vizcaya (o del BBVA, como se denomina hoy tras toda una serie de fusiones y absorciones) por el pundonor que le echaba aquel apoderado de la oficina de su pueblo; ni persigue los lunes a los compañeros de para meterse con ellos por el mal cierre semanal de las acciones de Inditex; ni, viajando por los confines del mundo, se emociona uno al ver a alguien con un móvil con el logo de Telefónica, se funde en un abrazo con esa persona y ambos acaban libando unas cervezas, cantando a pulmón un supuesto himno y rememorando tardes de gloria del Ibex o de la inolvidable expansión de la compañía por Sudamérica…
Creo que nos estamos cargando el fútbol, si no nos lo hemos cargado ya. Al menos, ese fútbol que yo conocí. Como tantas cosas.

miércoles, 3 de junio de 2009

El interés humano

El periodismo es una vocación-profesión que imprime carácter. Incluso podría ser correcto considerar lo contrario: que cierto carácter que uno lleva marcado a fuego le lleva a ser periodista. ¿La gallina o el huevo? No disipo mis dudas. Ahora bien, cada día que pasa tengo más claro que el periodismo está caro; carísimo, diría yo. Y no me refiero a las dificultades que pueden encontrase para un ejercicio decente de la profesión demasiado trufado de presiones políticas, intereses empresariales, conveniencias editoriales y, para acabar de liarla, compromisos personales.
No. Como periodista tengo claro que lo que más me importa es contar historias. Historias de verdad, historias sinceras en el pleno sentido de la palabra, historias de personas, historias que lleguen a la gente y que le hagan verse reflejada en sus protagonistas, en sus contextos, en sus circunstancias… E intuyo que la generalidad de mis convecinos también pretenden eso por encima de cualquier otra cosa. Quiere asomarse al mundo a través de nosotros: al inabarcable mundo de la ruta de la seda, las migraciones del Serengeti y el difícil ‘equilibrio’ en Oriente Próximo; y al pequeño gran mundo de su ciudad, de su barriada y de su vecindario.
Por ello, desconfío de mis colegas que se empeñan en hallar griales en forma de escándalos políticos, de tramas de corrupción económica o de amoríos y escarceos nocturnos. Mi profesión, mi bendito oficio, sólo consiste en contar historias. Ese mismo motivo me lleva a recelar de aquellos colegas que tratan de convertirse en cómplices o en cooperadores necesarios de la actualidad, cuando no en protagonistas de la misma. En realidad, es muy simple: hay que contar historias. Y tratar de hacerlo de la mejor forma posible. Y ay, amigo, eso complica enormemente la tarea, porque no todo el mundo tiene el talento ni la capacitación para juntar letras o dibujar imágenes; y menos aun intentando que unas y otras mantengan, al menos hilvanado, un discurso argumentado o una sucesión de pensamientos.
Pero eso, intuyo, tiene que ver con la forma de ser de cada uno; de cómo entiende su oficio y de qué espera de sí mismo, tanto en lo humano como en lo profesional. Y hoy no quiero hablar de eso. Pretendo centrarme en lo que mantenía al comienzo de esta entrada; en contar historias. En este caso se trata de una dramática, diría que extremadamente dura; de ésas que te hacen dudar de la legitimidad de tus miopes motivos para quejarte de tu asquerosamente afortunada existencia.
Es una historia que he encontrado en El Mundo. Como tantas otras, que jamás abrirán un periódico ni un informativo. Pero cuyas puntadas casi revientan en cada línea; porque son incapaces de retener tanta dosis de un concepto periodístico tan difícil de explicar en lo teórico como sencillo de entender cuando se pincha el enlace que cierra esta entrada: el interés humano.

Un buen dato para un mal día

Más de 400 personas. O, también es cierto, menos de quinientas. Medio llena o medio vacía, la realidad de la botella del desempleo en Jerez indica que el pasado mayo se cerró con 456 desempleados menos que abril. Después de meses de constante alza del número de demandantes (una circunstancia común al conjunto de Andalucía, de España, de Europa, y me atrevo a decir que de todo el mundo), por fin un buen dato en este reducido pero significativo índice de medición tanto de la salud como de la sensación subjetiva con la que el paciente asiste a la evolución de su enfermedad. Una enfermedad a la que ningún experto ha restado gravedad, dicho sea de paso.
Maestros tiene la iglesia, y no seré yo quien analice las peculiaridades del tejido productivo ni del mercado laboral de esta ciudad. Tampoco podría descubrir nada nuevo, porque mi impresión coincide sustancialmente con los análisis que viene realizando el Ayuntamiento. Pero considero de una extraordinaria importancia este torniquete en forma de estadística. Porque no sólo el fútbol, sino la economía y la propia manera de afrontar la vida, es un estado de ánimo. Y, por más esfuerzos que infinidad de personas que conozco, valoro y aprecio han venido realizando durante muchos meses de encomiable dedicación profesional y de una implicación que va mucho más allá de lo moralmente exigible, la situación no estaba por reconducirse. Por ello, sería un error echar hoy las campanas al vuelo.
Un error de interpretación aritmética, sí; un error estratégico-político, también; pero, además y fundamentalmente, un error desde el punto de vista humano. Porque esta ciudad (los números absolutos son, lógicamente, más destacables en ámbitos geográficos superiores; y, por otra parte, se prestan a interpretaciones ligadas a la oportunidad, al clima de confianza y a las propias distorsiones que introduce un sistema demasiado acostumbrado a coquetear con la dudosa rentabilidad cortoplacista de la economía sumergida) sigue manteniendo del orden de 26.000 personas que continúan sin ver satisfecha su demanda de lograr un empleo. Siete mil más que hace un año, según me apuntan.
Pero no seré yo quien supere al Papa en el ranking de papistas. Por las mismas que tampoco me apostaría una cena yendo un milímetro más allá de las palabras del ministro de Industria. Es más, me gustaría poder estar en condiciones de liarme a jugarme ágapes con mis amiguetes manteniendo sus mismas predicciones de que los datos del paro son un indicador evidente de que la crisis empieza a estar pasada de moda: pero él debe saber algo que yo ignoro…
Sin embargo, la atención a las frías estadísticas impide apreciar la realidad que sus números reflejan. Y no me refiero a esa vieja paradoja que concluye que si una persona se come un pollo entero y otra se ve obligada a ayunar por completo, ‘estadísticamente’ cada una de ellas habrá dado buena cuenta de la mitad del bicho. Muy lejos de todo eso, estoy hablando de la frialdad de las tablas, de lo acostumbrados que estamos a las sucesiones de números que nos alejan de las circunstancias vitales que se empeñan en ocultar: tanto de las personas que precisan un trasplante como de quienes fallecen fin de semana tras fin de semana en accidentes de tráfico.
Porque, después de años de caída en picado de la siniestralidad, nuestras carreteras siguen cobrándose la vida de cientos y cientos de personas; y porque miles de compatriotas aguardan a que les llegue un órgano que les conceda una cierta esperanza de vida, justo en el país con un mayor índice de ‘generosidad post mortem’ del mundo… Y eso, teniendo en cuenta que ambas realidades presentan una cierta evolución ‘amable’ de sendos dramas sociales. ¿Qué decir entonces de las estadísticas que, a excepción hecha de la que hemos conocido hace unas horas, continúan hablando de personas y familias que pierden sus empleos?
Hoy un día en el que más de 400 jerezanos y jerezanas (menos de 500, también es verdad) han encontrado trabajo, he sabido que alguien a quien conozco personalmente y aprecio profesionalmente ha perdido su empleo. Cincuenta y pico años; de profesión, parado.
Ni siquiera es de Jerez, pero a mí los números y las estadísticas se me han caído encima de repente. Las matemáticas siempre me parecieron para personas que llevaran un montón de bolígrafos en el bolsillo de la camisa. Y me hice de letras. Como consecuencia, hay muchas cosas que me cuesta entender, claro. Entre ellas, las estadísticas. Y, especialmente, la del medio pollo.

miércoles, 27 de mayo de 2009

27 de mayo, dos años después

Hoy se han cumplido dos años de las elecciones municipales del 27 de mayo de 2007, aquéllas que en Jerez supusieron, por primera vez, que el PSOE alcanzara la mayoría absoluta en el Ayuntamiento. Ese día, como le gusta decir a la alcaldesa, Pilar Sánchez, la ciudadanía decidió pasar página. De hecho, mis convecinos no sólo tomaron conciencia de la necesidad de tornar una sola hoja de la historia, sino que ese día arrojaron sobre determinadas personas y contra ciertos ademanes nada menos que la edición corregida y aumentada de la Enciclopedia Británica. De golpe y porrazo.
Aquel 27 de mayo fue el inicio de una etapa ilusionante. Una etapa de cambio: en la gestión, en los ademanes, en la propia forma de entender la ciudad y la relación con sus vecinos... Pero también ha sido una etapa difícil como pocas. La ‘herencia’ recibida supuso una gran hipoteca, un gigantesco lastre que ha condicionado la toma de decisiones. Y la crisis globalizada, ésa que ha tumbado bancos y multinacionales a lo largo y ancho del mundo y que algunos se empeñan en utilizar como argumento en el cuerpo a cuerpo político, tampoco ha ayudado. Como en ningún sitio. Pero se ha trabajado. Y se trabaja. Mucho. Día a día. Porque esto es muy largo. Y porque se lo merece mucha gente; especialmente quienes más están sufriendo las consecuencias de este complicado momento que no es ajeno a las superestructuras económicas.
Por este motivo, hoy me siento orgulloso. Orgulloso de formar parte de un equipo de personas que pretende colaborar en mejorar esta ciudad y la calidad de vida de quienes nos rodean. Orgulloso de poder estar aportando mi esfuerzo y mi talento en esa apasionante tarea colectiva. Orgulloso de asistir como ciudadano a este momento crucial de la historia de Jerez desde una posición que me permite ser cauce de inquietudes y sugerencias. Y orgulloso, en suma, de poder contribuir, modestamente, a la gestión de lo que los clásicos denominaban república, y que no es otra cosa que la atención a las cuestiones de la colectividad; aquéllas que, de verdad, merecen la pena.
Igualmente, hoy me siento orgulloso sabiendo que el Pleno del Parlamento de Andalucía ha aprobado, por unanimidad, la inclusión de Jerez en el régimen de organización de los municipios de gran población, según recoge la página web de la Cámara que encarna la soberanía popular de este sur del sur de Europa (www.parlamentodeandalucia.es)
Hoy, sí, me siento orgulloso. El día en que aún quedan dos años de mandato corporativo, dos años en los que difícilmente se encontrarán mayores dificultades ni más yermas extensiones que las que ha habido ocasión de recorrer durante esta etapa, como si esta ciudad y el Gobierno local que la gestiona hubieran sido llamados a desempeñar un papel de una suerte de héroe griego, acechado por horribles cíclopes, por mares tenebrosos poblados de hidras y por dioses ansiosos de saciar su sed de venganza. Porque, aunque se hiciera de noche de repente, tampoco habría que rendirse. Porque no vale de nada hartarse de nadar para morir a unas brazadas de la orilla… Y porque, como dice un viejo dicho cosaco, “no importa lo ancha que sea la estepa, sino lo cansado que esté tu caballo”. Y de otra cosa no; pero de caballos, aquí, andamos sobrados.

lunes, 25 de mayo de 2009

La chispa naranja

Nunca lo he negado. Nací en Vitoria. Y me siento de Kas más que de Fanta. Kas, que era una magnífica marca originaria de Vitoria (con una importante presencia social en la que durante muchos años destacó un equipo ciclista de relumbrón que práctamente 'obligó' al Tour de Francia a finalizar una etapa en mi ciudad cuando yo era un tierno infante), fue comprada por Pepsi, tal vez en un intento por contrarrestar a la Fanta de Coca Cola...

Pero hoy, lo admito, me he rendido. Y traigo aquí, entiendo que sin violar ninguna norma de protección de la propiedad industrial, intelectual, metafísica ni ética, este pedazo de vídeo extendido del anuncio de la nueva campaña de Fanta. Todos los detalles están en www.conpocomelomonto.com

Sinceramente, creo que al nacer me adelanté un par de décadas. La chispa de la vida, teñida de naranja.

jueves, 21 de mayo de 2009

Europa, por si acaso


Hace unos años fui presidente de una mesa electoral. Concretamente, en las últimas elecciones al Parlamento europeo. Fue un día horroroso, el calor cayendo a plomo sobre el IES Padre Luis Coloma y con un desesperante y cansino goteo de electores que al cierre de la jornada apenas sumaba un tercio del censo…
Esta noche se ha iniciado la campaña de las europeas de 2009, con la vista puesta en la cita en las urnas del próximo 7 de junio. Y tampoco parece que los miembros de las mesas electorales vayan a necesitar tomarse esa noche un par de tilas para tranquilizarse tras una jornada de intensa actividad… Es más, los medios de comunicación no dejan lugar a las dudas y aventuran una participación que puede rozar el ridículo.
Ignoro cuál es la causa de ese desinterés que los españoles mostramos ante todo lo que tenga que ver con Europa, nosotros que no hace tanto perdíamos la cabeza con la bandera de las estrellas amarillas. Tal vez sea la lejanía física respecto a los centros de decisión de ese conglomerado de países del que somos una parte esencial y que hace apenas dos décadas mirábamos con envidia; quizás responda a la ausencia de ‘retorno’ de la labor de los electos hacia sus votantes, una circunstancia que se agrava por el hecho de que la circunscripción sea la totalidad del territorio nacional. Ignoro la causa.
Personalmente, estoy convencido de la necesidad de ejercer el derecho al voto; y de hacerlo también en las próximas elecciones europeas. Por muchas razones: porque es mío, porque es mi derecho; porque muchas personas se han complicado la vida hasta términos insospechados o incluso la han perdido para que yo meta al final la pata y decida que la cosa no va conmigo; porque no me da la gana de que nadie decida por mí; porque creo que este viejo continente es y debe seguir siendo una referencia para todo el mundo y que tiene que consolidarse como la gran esperanza para quienes menos tienen; porque me apasiona la simple idea de participar en la construcción de un proyecto común que supera siglos de guerras y de atrocidades cometidas en nombre de banderas, territorios, dinastías o religiones; y porque hay muchos peligros esperando ahí fuera, confiando en que hagamos dejación de nuestra fuerza como ciudadanía libre.
Mi perfil, a la izquierda de esta entrada, se empeña en recordarme que no viví la época en la que se tomó la imagen que encabeza este texto y que pone los pelos como escarpias (una fotografía propiedad del Louvre, tomada en museo parisino durante la ocupación nazi). Tampoco pude correr delante de los grises. La terquedad de la biología y las incomodidades del taca-taca y de los pañales me lo impidieron. Por eso me molesta que me presuman de edad como sinónimo de compromiso con las libertades. Pero, por ese mismo motivo, no pienso perder ni una sola oportunidad de que se escuche mi voz. Por quienes se la jugaron para que pueda hacerlo. Y por si acaso. Sobre todo, por si acaso.

jueves, 14 de mayo de 2009

Me gusta el fútbol


No pudo ser. Pero no importa. Mi Athletic salió anoche a ganar la Copa del Rey en Mestalla, justo en el mismo momento en que el mejor equipo del mundo mundial había tenido la misma idea. Y así les fue, a los pobres. Cuatro a uno. Y gracias, porque por un momento temí que el Barça iba camino de completar el segundo set de la temporada, después del ‘siete’ en forma de 6-2 que le hizo al Madrid hace apenas unos días…
Pero, insisto, no importa. ¿Por qué? Porque nada se puede reprochar a quien no logra alcanzar el éxito pero se ha vaciado en el esfuerzo. Máxime cuando en el partido más trascendente que te toca jugar te mides al mejor equipo de los cinco continentes en los últimos (muchos) años. Eso es precisamente el deporte. Y me temo que eso es también la vida.
Uno tiene la dudosa suerte de estar poquitas veces en el lado de los ganadores. Tal vez por eso valore tanto el esfuerzo que no obtiene la recompensa en forma de trofeo. O no; seguramente lo valoro porque tengo el íntimo convencimiento de que ese esfuerzo es el verdaderamente importante. El que te reencuentra contigo mismo, el que te mide a tu propia resistencia, el que no espera la ovación de un estadio sino una palmada en la espalda. Y ni siquiera eso, porque cada uno es quien mejor se administra las palmaditas, especialmente cuando los retos alcanzan proporciones titánicas y no se espera más reconocimiento que acostarse rendido por el esfuerzo.
Los once muchachos vestidos de rojo y blanco que ayer se estrellaron contra la mayor concentración de talento futbolístico que he tenido ocasión de ver ‘en color’ debían perder ese partido. Y lo hicieron. Tal vez sus lágrimas al término de la final nacían de la impotencia ante esa mezcla de convencimiento de que estaban abocados a la derrota y de frustración por no poder cambiar su mala fortuna.
Porque con su derrota debían construir una metáfora. La que habla de los auténticos valores del deporte; la que construye símbolos sobre hechos cotidianos cuando se abordan con espíritu de trascendencia; y la que convierte en héroes a simples mortales que se esfuerzan en pos de un ideal colectivo y de una identidad, sabiendo que el trozo de metal que te puedes llevar colgado al cuello no tiene ningún valor al lado de lo que ese triunfo significa para quienes te jalean desde el anonimato... que son quienes ganan de verdad.
Anoche, mientras reflexionaba sobre todo esto, pensaba en tres personas. La primera, a la que debo lo poco que soy como ser humano y a la que las más de las veces recuerdo a mi lado en la Preferencia de San Mamés en aquellos tiempos gloriosos de Zubi, de Urkiaga, de Goiko, de Urtubi y de Manolo Sarabia. La segunda, quien generosamente me brindó la posibilidad de estar presente en Mestalla para vivir esa lección histórica, un sevillista de pro que merecería vestir la camiseta del Athletic. La tercera me dio pena, porque no le gusta el fútbol. Creo que no lo entiende; y no seré yo quien se lo explique. Ni el fútbol ni las metáforas.

(La foto de la desolación de la defensa y del regocijo de la afición del Barça tras el gol de Messi está sacada de la página web del Athletic. Por cierto, ¿sabe alguien si este muchacho tenía alguna abuela de Basauri?)

viernes, 8 de mayo de 2009

El lunes es el gran día

El mundo entero espera al lunes como si le fuera la vida en ello. Porque el lunes, la civilización occidental e incluso la humanidad en su conjunto pueden asistir al primer día del resto de su existencia. O no, porque por las mismas tal vez una y otra queden abocadas al más absoluto de los descalabros. Y encima un lunes, con lo que cuesta levantarse...
Todo dependerá, ese día insisto, de que la presentación del nuevo libro de José María Aznar consiga una repercusión mediática internacional como la que merece quien tiene la varita mágica para salir de la mayor crisis económico-financiera desde el 'crash' de 1929; es más, quien puede conseguir que esto, al lado del episodio que generó la gran depresión, sea sólo un problema de quítame allá esos despidos o esas empresas públicas ineficaces.
La comunidad internacional se halla dividida, es cierto. Y tal vez, sólo tal vez, podamos salir de dudas el lunes. Porque el mismo lunes quizás sea demasiado pronto para zanjar esa discrepancia entre potencias, que se debaten en un sinvivir geoestratégico que seguramente se nos escapa a los mortales: si Aznar atesora más méritos como reconocido experto en economía internacional o como campeón de los más acrisolados valores de la prosa castellana. Yo sólo digo que me ha parecido escuchar en la radio a un tipo con nombre de frigorífico que decía que los depositarios del legado de Alfred Nobel están madurando seriamente la posibilidad de unificar los premios de Literatura y Economía; ante la más que previsible desbandada de candidaturas en ambas categorías y el indudable oprobio que se causaría a quienes desde ya mismo deberían considerarse segundones...
Hoy (bueno, ayer, porque a esta hora de hoy ya es mañana), los compañeros de El País han adelantado algunas de las recetas de Aznar. ¿Conocerá este hombre Estocolmo?

jueves, 7 de mayo de 2009

Europeístas...

Mi amigo Salvador León ha publicado hoy en su blog una entrada que me ha parecido especialmente acertada. Es un hacha. Al contrario que yo, que una vez más he intentado colocar un comentario en su bitácora, pero con la misma fortuna que siempre...
Pues bien, mi querido amigo censura al otrora símbolo del PP en Cataluña, Alejo Vidal Quadras, por sus digamos que 'amables' manifestaciones para con Berlusconi y su decisión de integrar en sus listas para la Eurocámara a lo que en Italia se conoce como 'bailarinas'; es decir, a jóvenes mujeres que son utilizadas como reclamos digamos que 'visuales' ante el electorado.
Por un momento, me ha asaltado la duda, porque Salvador confiesa que se asombra de que nadie del PP haya "rectificado" la supuesta gracieta de Vidal Quadras. Pero lo he pensado mejor, y teniendo en cuenta el diccionario y su bonhomía, no me cabe duda de su acierto y de que efectivamente Salva esté mostrando su sorpresa por que ningún miembro de la muchachada gaviotera haya contradicho a la 'gran esperanza' de los populares catalanes por considerar que ha metido la pata con sus palabras (éste viene a ser, en román paladino, el significado de la palabra 'rectificar').
Pero, viendo determinado ademanes y al paso que va la burra, ¿no te parece, amigo Salvador, que lo realmente extraño es que alguno no haya corrido ya a socorrer a Vidal Quadras, conjugando para ello el verbo "ratificar" (según la RAE, "aprobar o confirmar actos, palabras o escritos dándolos por valederos y ciertos")?
Alejo Vidal Quadras es vicepresidente del Parlamento Europeo y número cuatro de la lista del PP a la Cámara continental en las elecciones del próximo 7 de junio. Y, por sus hechos los conoceréis, todo un síntoma de la vocación del PP por construir una Europa moderna, plural e igualitaria. Una Europa fundada sobre el diálogo y basada en el respeto al otro. Al nivel del mismísimo Berlusconi, vamos. Europeístas...

miércoles, 6 de mayo de 2009

Sigo sin fumar

Cuatro meses. Ciento veinte días desde aquel bendito 6 de enero. Parece que me he tomado en serio lo de dejar de fumar. Me encuentro mucho mejor físicamente (tampoco es que antes estuviera hecho un cascajo, pero vaya si se nota; y todo en una época tan incómoda como ésta para quienes padecemos la rinitis y otras molestias inherentes a la primavera). Incluso me siento más fuerte, no ya desde el punto de vista físico, sino psicológicamente. Por desgracia, mis intentos por controlarme un poco a la hora de comer (¿debería decir ‘devorar’?) no figuran de momento en la nómina de grandes éxitos de mi proverbial fuerza de voluntad.
Pero, es curioso, no siento eso como un error; todo lo más, como un error consentido y premeditado. Conscientemente premeditado o premeditadamente consciente. El gran enemigo era el tabaco. No el chocolate; ni el solomillo. ¡Ni las tarrinas de helado de Mercadona! Ésas que se venden por pares, como las de leche merengada. Por cierto, que su combinación con canela molida debería estar prohibida, porque no sólo nubla la voluntad sino que además hace perder el entendimiento y el sentido del límite. Porque, a todo esto, a la ansiedad hay que añadir el redescubrimiento de los sabores y los aromas, tanto tiempo secuestrados por el tabaco… Definitivamente, estoy encantado por no fumar.

martes, 5 de mayo de 2009

En pie sobre la tierra vasca


"Yo soy un ciudadano de Portugalete que nunca había soñado con el honor de una responsabilidad tan relevante como para la que hoy solicito la confianza de esta Cámara. Soy hijo y nieto de trabajadores. Mi padre, Eduardo López Albizu, al que todos llamaban ‘Lalo’, trabajó como ajustador en los astilleros de La Naval, en Sestao. Mi abuelo paterno, Emilio, casi se dejó la vista en 'la colada' de Altos Hornos de Vizcaya. Mi otro abuelo, Antonio fue jefe de máquinas de un mercante que hacía la línea del Río de la Plata en los años cuarenta y cincuenta. El ejemplo y el compromiso político de mi familia, su lucha por la libertad, por la democracia y por los derechos de los trabajadores -una lucha por la que mis padres conocieron el destierro y las cárceles franquistas- me ha traído hasta aquí. Para mí la razón de ser de la política es mejorar las condiciones de vida de las personas y trabajar por los valores de libertad, solidaridad y justicia". La cita es larga. Es del discurso de investidura de Patxi López. Él es ya el primer presidente del Gobierno vasco ('lehendakari', se dice por allí) no nacionalista.
Esta tarde he podido escucharle, hablando de la mano tendida, de la construcción de un país desde la suma de voluntades, del papel esencial de los socialistas en los grandes momentos de la construcción de Euskadi, de su compromiso de gobernar para los dos millones y pico de personas que habitan esa tierra que lleva décadas desangrándose. Y me ha encantado, tanto por su forma como por su fondo. Tanto que envidio a mis compañeros que pasado mañana jueves podrán asistir a su toma de posesión, en un acontecimiento histórico en la Casa de Juntas de Guernica (Gernika), tal vez uno de los lugares más simbólicos de entre los lugares simbólicos que en el mundo han sido. "Ante Dios humillado, en pie sobre la tierra vasca, en recuerdo de los antepasados, bajo el Árbol de Gernika, ante vosotros representantes del pueblo, juro desempeñar fielmente mi cargo". Éste es el juramento ceremonial.
Hoy ha empezado un nuevo tiempo en la tierra que me vio nacer. Un tiempo en el que, como siempre, es más importante lo que se abre ante uno que lo que se deja atrás. López, Don Patxi como se ha referido a él la presidenta del Parlamento al término de la sesión, tiene ante sí una tarea tan ilusionante como colosal. Y complicada; porque deberá realizar un constante ejercicio de funambulismo político. Aquel que le permita jugar magistralmente con los tiempos. Y, al tiempo, con quienes le apoyan esperando que se estrelle; con quienes le van a negar incluso el agua, a la espera de recuperar ya olvidadas canonjías; y de los que, sin más, desean verlo volar por los aires... Todo un papelón. Y, sobre todo, un ejemplo. En pie sobre la tierra vasca. Ahí está, el hijo de Lalo.

domingo, 26 de abril de 2009

El vendedor de crecepelo


Pensaba que había sido una ocurrencia de Rajoy; así lo publiqué en una entrada hace apenas dos días. Pero no. Hoy he sabido que la genial idea de decir que no hay una manera socialista de salir de la crisis económica (lo que suena a amenaza más que a otra cosa) no fue suya. Él, acaso, fue el autor material de su ‘verbalización’. El responsable ‘intelectual’ de la misma no es otro que (glabs) José María Aznar.
El jefe de la muchachada de la gaviota ha vuelto a primera línea del debate político, abandonando las bambalinas desde las que venía manejando el Partido Popular y erosionando la figura de Rajoy en el momento en que más felices se las prometía don Mariano. Y lo hace llamando a los ministros de su primer Gobierno para repetir su ‘foto de familia’; y apareciendo hoy en XL Semanal, el que en mis tiempos era la publicación dominical más distribuida del país. Sólo su foto es más inquietante que la frase que la acompaña, con lo que el cuadro general es para echarse a temblar: “Yo sé cómo salir de la crisis”, dice. No es nadie, el tío.
Y yo me pregunto… ¿Quién asiste a sus conferencias, tarados y memos integrales ante los que Homer Simpson parecería un premio Nobel? ¿O es Aznar un impostor y dedica sus charlas a batallitas del abuelo Cebolleta, de cuando ponía los pies encima de la mesa, en lugar de compartir tan arcano conocimiento, a la espera de intentar forrarse después vendiendo libros?
La entrevista serpentea por cuatro páginas y pico de texto que destilan megalomanía, lugares comunes, medias verdades… Más que colocarnos un libro, parece que Aznar quiere vendernos un crecepelo. Ah, se echa de menos que, estando dotado de una inteligencia tan preclara, haya olvidado pronunciarse sobre uno de los asuntos de mayor actualidad en las últimas semanas, como el juicio del Yak 42. Aunque claro, dedicando todas las neuronas a salvar al mundo de la crisis económica poco deben importar unos cuantos tipos despachurrados y sus protestonas familias.
Soy de los que piensan que quien ocupa una responsabilidad pública como la que él asumió merecen el respeto y la consideración institucional del conjunto de la sociedad; el presidente del Gobierno es mi presidente, independientemente de que jamás lo haya votado. Lo que no es óbice para que, legítimamente, critique sus ideas o su gestión. Por las mismas, siempre he creído que este país no debía permitirse el lujo de ‘enterrar en vida’ a sus expresidentes, a aquellas personas que cuentan con una experiencia única. Supongo que esto último se debe a la ausencia de una tradición democrática consolidada; espero que así sea y que con el tiempo se reconduzca esa situación.
Partiendo de esa concepción, tengo pleno derecho a estar indignado con el señor Aznar. Simplemente porque no es leal con ‘su’ Gobierno, que es el mío. Porque no dice la verdad: él no tiene la receta para salir de la crisis. Ni nadie le pide que la tenga, cuando todo el mundo anda de cabeza, tentándose la ropa y conteniendo la respiración por lo que pueda pasar. Y todo el mundo es todo el mundo, incluidos los gurús de la economía planetaria, los más brillantes economistas y los asesores más sesudos de mandatarios de los cinco continentes. El señor Aznar no es leal con mi Gobierno, lo que, según mi propio criterio, significa no ser leal con mi país. Y eso sólo tiene un nombre.

PD) Aznar, que abomina de los matrimonios entre personas del mismo sexo, responde de esta forma al ser preguntado por el perro junto al que hace la entrevista: “Yo tenía dos cocker: uno se murió hace seis años, la chica, y el viudo se murió en Navidad” Y este tipo pretende salvar al mundo…

viernes, 24 de abril de 2009

De llamados y elegidos



Ahí están. Son las 34 personas que están llamadas a regir el destino de mi tierra: de mi país y de mi Comunidad Autónoma. Dieciocho mujeres y dieciséis hombres, los elegidos, que tienen el honor de ocupar un lugar de privilegio en la construcción y en la transformación diaria de nuestra sociedad.
Les envidio. Lo digo aun a riesgo de parecer políticamente incorrecto; pero me da igual. Porque no acierto siquiera a imaginar una tarea tan digna, una labor tan apasionante como la que estos 34 semejantes tienen entre manos. Y les envidio de la misma forma y por el mismo motivo que envidio a mi alcaldesa y a mis compañeros concejales y a mis compañeras concejalas en el Ayuntamiento de Jerez.
Una envidia sana (si es que existe) que me hace alegrarme de sus tan numerosos como en ocasiones callados éxitos. Porque los siento como propios, no ya por mi participación en ellos sino por mi implicación en un proyecto colectivo.
De la misma forma, sufro con ellos las críticas: las que se refieren a la gestión, aquellas que no entienden de las horas que se dedica a trabajar diariamente pero que son tan legítimas como necesarias para la propia pervivencia de nuestro sistema político; y también las otras, las que nacen de los intereses particulares, de las mediocridades, del mal perder, de la añoranza de otros tiempos, de ese deporte nacional que es la envidia, de la abstinencia, de la traición, del afán de notoriedad, de la pereza...
Sí, les envidio. Desde la lealtad. Por eso me siento, con ellos, parte de una piña. Porque se lo merecen. Y porque, por esa misma lealtad, se lo debo.

Insultos a la inteligencia

“Creo que afecta a la inteligencia el decir que alguien se va a vender por tres trajes”. Dice la agencia Efe que el presidente del PP, Mariano Rajoy, intentó con estas palabras restar ayer importancia al lío que se ha montado con Francisco Camps. Rajoy habló de ello en TV3; y a mi juicio se cubrió de gloria (tal vez porque, a diferencia de quien le tiene montado un lío del carajo en el patio de su partido, no acostumbra a hablar catalán en la intimidad). Aunque conociendo la talla de algunos de los asesores de la muchachada de la gaviota, más preocupados de despedazar al contrario que de establecer discursos medianamente sostenibles, también podría colgarse ese mérito a ellos…
Porque, lejos de hacerle un favor a su colega valenciano, don Mariano (me encanta esa forma de referirse a él) ha deslizado una maldad. O ha cometido una torpeza que extiende, incluso sobre sí mismo, la sombra de la duda: poner en solfa un presunto cohecho no por el rechazo moral que debe despertar en cualquier caso sino por lo insignificante del ‘premio’ que se deriva del mismo.
Al tiempo, ha abierto un interesante debate sobre el precio de cada cual, por lo que este humilde blog le recomienda encarecidamente que complete esa reflexión inicial aportando una suerte de tablas acerca del montante del ‘convoluto’ que él mismo podría entender razonable; y que lo haga por tramos de responsabilidad política (concejal raso, edil de Urbanismo, alcalde, delegado provincial, consejero, presidente autonómico, secretario de Estado, ministro, presidente del Gobierno…), con su equiparación además en otros ámbitos de la vida que incluyan a funcionarios policiales en sus más diversas escalas y cuerpos; y a miembros del estamento judicial, igualmente divididos en estadios desde sedes de primera instancia hasta el Tribunal Supremo. Más que nada, para que no se le acuse a él también de “afectar a la inteligencia” de, como a él mismo le gusta decir, “los españoles”.
Parafraseando a don Mariano, el reciente escándalo que se ha descubierto en el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, en el que supuestamente se han descubierto facturas falsas por valor superior a los 100.000 euros no afecta a la inteligencia… Una inteligencia a la que no se le escapa que ese episodio salpica a miembros del PP con responsabilidades de gobierno durante el anterior mandato corporativo en la ciudad de la manzanilla.
Tampoco sería entonces incompatible con la inteligencia que el PP de San Fernando extremase privada y públicamente su exigencia de responsabilidad a su socio de gobierno en ese Ayuntamiento, el Partido Andalucista, como consecuencia de otro episodio de lo más reciente e interesante: el desfalco detectado en el Consistorio de La Isla desde 2003, y que según ciertas informaciones periodísticas alcanza los 7,6 millones de euros.
Porque si lo de Camps es como para no poder creerlo (que es lo que tal vez quiso decir don Mariano), lo de Sanlúcar y San Fernando tiene toda la pinta… Pero tranquilos, que hoy es viernes, el día en que los chicos de la muchachada acostumbran a convocar ruedas de prensa para repartir leña a diestro y siniestro; y seguro que hoy dedicarán esa cita con los medios para hacer autocrítica, para anunciar que no consentirán ni un ademán de que uno de los suyos mete la mano en la caja. O no, quien sabe; pero seguramente sí, dado el carácter de ‘referencia ética’ que atesora esa formación…
Pero también pueden aprovechar esa eventual convocatoria para plantear, como medida estrella de lucha contra el desempleo dentro de su ‘senda de lealtad’ con las diferentes instancias de gobierno en un asunto de la máxima importancia y de interés general, la creación de varios miles de escuelas taller de corte y confección, repartidas a lo largo y ancho del país. De esta forma, llegado el momento en que alguien tenga que regalar dos o tres trajes a algún cargo de su partido, se garantizaría la existencia de personal perfectamente cualificado. Ya, puestos a “afectar a la inteligencia”…

jueves, 16 de abril de 2009

Cien días; y aumentando

Por fin. Parecía que no iba a llegar nunca tamaña efemérides. Pero puedo anunciarlo. Porque a las cero horas de hoy, jueves 16 de abril de 2009, se han cumplido 100 días (y 100 noches) sin que este menda haya probado el tabaco.
Soy consciente de que un importante porcentaje de la población (seguramente, la que está integrada por aquellos semejantes dotados de una mayor inteligencia) jamás ha probado el tabaco, con lo que acumular 2.400 horas sin llevarse un pitillo a los labios les parecerá una absoluta tontería. Pero han sido cien días y me hace ilusión verlo así escrito, para desesperación de algunos que al parecer sufren el contraste cromático de este blog, ‘blanco sobre negro’.
Hace un tiempo publiqué una entrada sobre este mismo tema. Bueno, en realidad creo que han sido varias, porque la gente que dejamos de fumar somos como la que tiene un perro: estamos todo el día dando el coñazo con nuestra fuerza de voluntad y con las gracias del bicho peludo. A expensas de que ninguna de esas capacidades despierte el más mínimo interés. Que, dicho sea de paso, no lo hace.
Cuatro mil cigarrillos menos. Eso siguiendo mi propia, optimista y engañosa cuenta, hecha antes de abandonar ese hábito y enormemente generosa con el absurdo desgaste al que venía sometiendo a mis estajanovistas pulmones. Porque creo que yo fumaba bastante más… Pero bueno, demos por válidos los 4.000 pitillos: uno detrás de otro, así todos juntitos, casi me darían para cubrir la eslora (para los que son de secano, como yo, aclararé que se trata de la longitud) del Queen Mary II, el mayor barco de pasajeros jamás construido; o para ‘aparcar’ cómodamente cuatro Boeing 747…
Pues sí. He cumplido cien días sin fumar. No ha sido una angustia permanente, pero mi trabajo me ha costado. No hablamos de cacahuetes, de pipas, de chocolate, ni de las golosinas a las que me invita mi hija de diez años... Hablamos de tabaco. Y, a partir de hoy, día 101 desde que llegaron a mi casa los Reyes Magos con este blog y con la más firme de las voluntades para que dejara de fumar, ni de eso. Pero ése es otro asunto.

lunes, 13 de abril de 2009

Un café con buena gente

Hoy he despedido a un compañero. Esta mañana me ha tocado a mí pasar el mal trago de acudir al tanatorio y saludar a los amigos comunes. Por las mismas, el destino podría haber decidido que fuera él quien se dedicase a estrechar manos y a repartir abrazos a las personas reunidas en torno a mi recuerdo. Pero no lo ha hecho. Así que he decidido desempolvar el Toshiba y asomarme de nuevo a esta pequeña ventana, tras muchos días sin hacerlo.
No diré que la última cita con Juan Andrés se haya convertido en una especie de revelación; pero sí me ha brindado una oportunidad magnífica para ver negro sobre blanco determinadas cosas que, por más innegables que sean, nos esforzamos en mantener ocultas. La muerte (como la pobreza, el hambre o cualquier tipo de dolor) es el principal ejemplo de que algo no existe mientras no se habla de ello o si no se ve con los propios ojos, aunque la sensatez nos diga que forma parte cotidiana de nuestro entorno más inmediato.
Tengo un amigo sabio que mantiene que el miedo cerval a la muerte es fruto de nuestra sociedad, de su afán por ocultarla, por negarla y por abominar de ella; cuando, de haber alguna certeza, ésa debería ser la muerte. Según este razonamiento, que no aboga por una exhibición obscena sino por una asunción personal y cultural lo más serena posible de un hecho físico e irremediable, es la propia negación de la muerte lo que nos sitúa inermes ante ella (tal vez en busca de un consuelo en forma de promesa de eternidad. La tapia del cementerio de Ochandiano –un pequeño municipio vizcaíno muy cercano a Álava- luce en una de sus tapias una inscripción que refleja perfectamente lo que quiero decir: “Lo que sois fuimos nosotros; y lo que somos seréis cuando menos lo esperéis. Rogad por nos y lo haremos por vos”).
Esta mañana, rodeado de ciertas personas a las que quiero con ese tipo de sentimiento que también tiende a ocultarse, en este caso por un exceso de pudor; departiendo con otras más a las que aprecio sinceramente; y saludando en la distancia física a algunas con quienes no me unen lazos demasiado estrechos… Esta mañana, digo, he caído en la cuenta de que Juan Andrés podría haber ocupado perfectamente mi sitio. O, por decirlo de otra forma, que antes o después yo deberé interpretar el papel que hoy era suyo. Un papel para el que, intuyo, nadie ha ensayado lo suficiente.
Estando allí, en esa especie de embarcadero hacia lo desconocido que es el tanatorio de Jerez, he pensado todo esto. Después, me he tomado un café con buena gente. Vamos quedando menos.

viernes, 20 de marzo de 2009

Mis amigos lo saben

No lo soy de nacimiento, aunque coincido con Javier Clemente en que los vascos nacemos donde nos da la gana. Así que, volviendo la activa por pasiva, puedo decir que nací en Jerez a los 25 años de edad. Ya llevaba en lo alto casi veinte veraneos en Fuengirola; pero fue en 1994 cuando me asomé por primera vez a esta tierra, la víspera de aquel España-Italia del Mundial de Estados Unidos que acabó con Luis Enrique como un ecce homo.
Han pasado por tanto casi 15 años. Si hacemos caso del tango, tres lustros suponen un suspiro, apenas tres cuartas partes de nada. Pero han pasado cosas, muchas cosas, tanto en mi vida personal (entiendo que como en las vidas de todos y cada uno) como en el pulso vital de este apasionante proyecto colectivo de construir día a día una ciudad.
Hace ya un tiempo, sorprendido por la publicación de una esquela de un personaje "de toda la vida", mi entrañable Juan Pedro Simo exclamó como regresando de un trance momentáneo: "Hay que ver: en Jerez se está muriendo gente que no se había muerto nunca..." Juan Pedro es un tipo enormemente inteligente. Y no reaccionó a la carcajada que solté ante su inconsciente ocurrencia. Seguramente, se quedó como estaba porque, dentro de su lógica, tenía toda la razón del mundo. Y porque conocía y conoce esta ciudad de una manera que apenas puedo imaginar que yo podré conocer jamás. Yo, que tanto me reía.
Recuerdo que apenas cuatro semanas después de mi primer aterrizaje en Jerez, cuando había llegado el tiempo de buscar piso y de organizar la mudanza en condiciones, un domingo a comienzos de agosto de 1994 se me ocurrió abandonar el aire acondicionado del Hotel Serit y recorrer la calle Larga (por entonces aún tomada por los coches) en busca de un lugar donde comer algo. A mi lado, el Mel Gibson de 'Mad max' parecería un inspector de calidad de Repsol, estresado con tanta acumulación de visitas a estaciones de servicio...
Casi a la altura del Arenal, vi dibujarse la silueta de un policía local que sin duda merecía una condecoración por soportar los cuarenta grados y, sobre todo, el aburrimiento supino en el que supongo llevaba tiempo instalado. Visto de lejos, con la pistola al cinto, sólo le faltaba que cruzase la calle ante él una de esas especies de pelotas vegetales resecas que aparecen en las películas del oeste. "Perdone, ¿dónde se puede comer por aquí?" "Ahí detrás, en el centro comercial, tiene usted un macdonalds", me dijo. Joder, un macdonalds... Un macdonalds es un estándar del carajo si te dejan suelto en Addis Abeba o en Mogadiscio y no quieres acabar rellenando treinta mil papeles para regresar a España en un avión ambulancia. Pero yo venía pensando en carrillada ibérica, en riñones al jerez, incluso en pescaito frito... "Sí, bueno, pero... ¿Dónde come la gente de aquí un domingo?", le respondí preguntando. "Ah... En El Puerto".
Hoy, en marzo de 2009, la situación ha cambiado en Jerez como de la noche al día. Aquella ciudad anodina se ha convertido (con toda seguridad, exclusivamente por la propia pujanza de sus habitantes y por el dinamismo adicional llegado de quienes se han hecho jerezanos tras haber echado los dientes) en una ciudad moderna, en una ciudad que no desmerece en absoluto de las que se sitúan en su entorno, en una ciudad que ya no tiene que mirarse en espejos ajenos para darse cuenta de que debe responder, sin complejo alguno, a su propia personalidad... Ni mejor ni peor que otras. Con su peculiaridad.
Para los no iniciados en etimología, aclararé que 'peculiaridad' no viene de caspa, de gomina (aquí se dice patrico), de incienso ni de caracolillos en el cogote; que no es una marca de corbatas, ni un modelo de cochazo; que no es una forma clásica de referirse a los golpes de pecho, ni una parte de un pregón; que ser peculiar no es ser mejor ni peor, que es ser lo que se es, no lo que alguien dicte ni lo que se espera que se sea; que, aunque parezca una barbaridad, los tiempos adelantan; que a veinte kilómetros de aquí algunos de nuestros convecinos participan en la construcción del avión más avanzado del mundo; que nada ni nadie puede negarnos el orgullo de ser lo que somos, o lo que fuimos pero sabiendo lo que queremos ser.
Hoy pensaba escribir de otra cosa. O de lo mismo, sin anestesia. Mis amigos lo saben. Pero aquí está el tío, con dos cojones.

martes, 17 de marzo de 2009

Unos linces

Llevo días haciendo esfuerzos para no sentarme ante el ordenador. Parece que lo he conseguido durante una semana (bueno, en realidad sí me he sentado, pero he tenido el juicio suficiente para borrar las cosas que me venían a la mente y que durante siete días me he dedicado a vomitar sobre la pantalla). Una semana en la que veía el teclado como lo que nunca debe ser. Como una ametralladora de palabras con la que responder a muchas cosas que no me gustan: juicios de compañeros, gracias de bar, artículos sesudos, chascarrillos costumbristas... Ejercicios todos ellos que demuestran la mala baba que se puede tener, la indescriptible capacidad de algunos para destilar bilis por las yemas de los dedos. Y la mediocridad, esa mediocridad que me puede; esa mediocridad que se esconde tras un latinajo o una cita de Góngora; esa mediocridad que nos aguarda ahí fuera y nos acecha en las sombras como una melaza que, una vez se vierta sobre nosotros, nos habrá impregnado para siempre.
He resistido, pues. Por la paz de un Avemaría, como suele decir mi madre. Pero lo de los linces ha sido demasiado. Con lo de los linces no puedo; no por los pobres bichos, que bastante tienen con que no los atropellen por esas carreteras de Dios; ni por algunas sandeces que he escuchado de voces balbuceantes que han tratado, seguro que con la mayor de las obediencias, de compensar una campaña de propaganda con muy mala leche que ha sido impulsada por la Conferencia Episcopal.
Un antiguo alcalde de Jerez dijo una vez en un acto público que el gran problema que los linces tenían para asegurar su pervivencia como especie era que sólo comen conejos; y que si comerse un conejo de vez en cuando era una empresa asaz complicada no quería ni pensar cómo debía ser que tu propia supervivencia dependiera de esa capacidad. El tío no aclaró si esa faceta intelectual le venía de nacimiento o si debió cultivarla durante años de lectura, estudio y reflexión. Aunque tampoco se molestó en matizar que lo del lince tenía bastante más mérito que lo suyo, porque la madre naturaleza no admite la visa oro... Éste era un lince, desde luego. Bastante más longevo que los pobres felinos que aparecen despanzurrados por los arcenes, pero lince al fin. Ahora bien, lo de los obispos es la hostia. Y no estoy hablando de los útiles de trabajo.
Resulta que el día 25 de marzo debe conmemorarse la jornada por la vida. El 24 y el 26 no; ni el 25 de junio; pero el 25 de marzo toca hacer ruido en defensa de la vida... Coño, si yo fuera creyente preferiría que mi iglesia estableciera un día para pedir internet gratis o una hora feliz en el Juanito (lo siento, Faustino), porque daría por hecho que la defensa de la vida vendría de suyo, ¿no? Y todo el año, incluidos los 29 de febrero cada cuatro calendarios, ¿no? Y la vida de cualquiera, o sea, cualquier vida, ¿no? Pregunto esto porque uno ha tenido ocasión de escuchar de todo desde los púlpitos físicos o metafóricos que utilizan quienes están empeñados en salvar nuestras almas.
Veo en la página web de la Conferencia Episcopal ("la web oficial de los obispos de España", me encanta el nombrecito) que la campaña ésta del lince y el niño va en serio. Por cierto, he leído en algún medio que se van a colocar 1.300 vallas en 37 ciudades; que se van a imprimir unos 30.000 carteles; y que se elaborarán ocho millones de dípticos. Allá cada uno con el uso que hace de su dinero y el de los demás. Como si quiere dedicarlo a obras sociales... O a la defensa del lince. Pero si tenemos en cuenta que la Iglesia Católica mantiene la principal red de establecimientos propagandísticos de este país, con una convocatoria semanal permanente de sus 'afiliados', tal vez se me pueda admitir un cierto asombro ante lo exagerado de la puesta en escena.
La Iglesia (el aparato de la Iglesia, creo yo) continúa su juego. Ese mismo juego que le ha hecho pervivir durante más de dos mil años y que la ha convertido en la multinacional de las multinacionales, por más que los estatutos fundacionales tengan poco que ver con su actual reglamento de régimen interior... Y ahí juega de maravilla, la verdad, siempre entre dos aguas, siempre entre el cielo y la tierra. Diciendo lo que quiere decir e invitando a escuchar lo que no ha pronunciado pero confía en que se capte...
El Gobierno de España ha puesto en marcha una reforma de la ley del aborto. Si, ¿y qué? Puede que no le guste a alguien. ¿Y? ¿Quién se atreve a negar esa legitimidad a un Gobierno elegido democráticamente? ¿Sería mejor si su justificación fuese "la gracia de Dios"? Si es así, ¿por qué no se dice? ¿O por qué no se defiende abierta, leal y consecuentemente a la opción política que encarna sus ideales?
He estado rebuscando en internet. Dejo aquí dos cosas. Una, el cartel de la campaña de los obispos españoles.



Y otra, un enlace a la página web de la BBC; hace referencia a la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. La información está escrita de forma peculiar, de esa manera en la que lo hacen quienes cuentan con una formación anglosajona y viven peleados con el castellano. A pesar de que está fechada hace apenas unos días y de que por lo que he leído y escuchado aquí en España me ha quedado claro todo el rollo de la defensa de la vida y del 25 de marzo (en definitiva toda esa historia de los niños aún no nacidos), no he encontrado ninguna cita sobre el lince ibérico. La leeré otro par de veces, porque igual es que estoy espeso...

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7943000/7943434.stm

lunes, 9 de marzo de 2009

Con vosotros, al fin del mundo

Él y ella forman parte de mi particular universo, por razones diferentes. Son de los pocos elegidos a los que uno deja entreabierta la puerta de su intimidad, a quienes busca cuando el agua se aproxima peligrosamente a la barbilla. Precisamente por ello, agradezco cuando mi teléfono suena de vez en cuando y es alguno de ellos, en busca siquiera una décima parte de la paciencia, de la comprensión o del consuelo que me consta encuentro en cualquiera de los dos con sólo insinuar que lo necesito.
No corren buenos tiempos para ninguno de ellos. Cada uno a su manera, por motivos diferentes y en planos bien distintos, están padeciendo la soledad...
Me consta que ambos se han pasado años luchando como colosos, que se han dejado la piel defendiendo con uñas y dientes la portería de su equipo como el más fiero de los defensas centrales de la tercera división inglesa; y, al tiempo, además, han intentado esforzarse por construir, y han amagado tantos desmarques y se han tirado tanto tiempo pegados a la banda con la mano levantada y pidiendo el balón que casi ni se acuerdan de la forma del mismo. Gente con ganas, con ilusión, con coraje... Y con vergüenza. Gente leal. Y, además, gente de honor; de esas personas a las que uno confiaría su fortuna e incluso su vida. Por razones evidentes, sus nombres se quedan para ella, para él y para mí (sólo faltaba que esta entrada les causase un problema en sus respectivos empleos).
Hace unos años, una consultora especializada en selección de personal directivo me sondeó para conocer mi disposición a acceder a un puesto de trabajo magníficamente remunerado. Tras plantearme las condiciones en las que podría incorporarme al nuevo proyecto empresarial (lógicamente, en mi ámbito de actividad profesional), el consultor que dirigía la conversación me planteó: "¿Y cuántos de tus subordinados se vendrían contigo?" Ante mi presumible cara de póker, insistió: "No me refiero a cuánta gente se iría contigo en unas condiciones cojonudas, sino de a cuánta gente podrías arrastrar en unas condiciones como las que ahora disfrutan; no ya porque mejorarían profesional o económicamente, sino porque considerarían que irse contigo ya sería mejorar".
Supongo que todos recordamos momentos en los que debimos haber utilizado una frase brillante, ya fuera en una entrevista de trabajo como era el caso, en una pendencia o en una declaración de amor. Cuando uno echa la vista atrás siempre encuentra los bolsillos llenos del talento que le faltó cuando debió tenerlo a mano. Pero no. Esa frase del tipo importante llegado de Madrid (con el tiempo ha demostrado tener un ojito...) me ha perseguido desde entonces; pero no para atormentarme tratando de buscar la brillantez que pudo haberme faltado cuando la escuché a bocajarro. Muy al contrario, lo ha hecho como constante elemento de reflexión acerca del ejercicio de mi labor profesional y de mi relación con mis compañeros; y, lo que considero más importante, de mi permanente construcción como persona. De una tarea, en suma, apasionante; pero cuya evaluación final deberá corresponder necesariamente a otros.
De lo que estoy seguro es de que iría al fin del mundo con cualquiera de mis dos amigos. Andando, de noche y lloviendo.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Los leones, desmelenados



El Athletic de Bilbao (la foto de un Llorente exultante es de la web del club) ha ganado 3-0 al Sevilla, uno de los mejores equipos de Europa en los últimos años. Los leones se han desmelenado. Lo siento por mi amigo Cornelio, 'palangana' de pro con quien tengo pendiente un 'negocio' gracias a su exceso de confianza acerca de las posibilidades de los chicos de Del Nido de plantarse en la final de Copa en Valencia.
El Sevilla cotiza a la baja (en picado, vamos, como un Airbus de mármol) en el mercado de futuros de los finalistas de Copa, lo que sin duda es una mala noticia para mi amigo; pero el de hoteles en Valencia durante la disputa de la final se ha disparado... Para mi desgracia y supongo que para regocijo de Cornelio. Gran profesional y mejor persona, Cornelio es un hermano más que un amigo. Y, sin duda, mi primera y casi única opción para legar a alguien la totalidad de mi patrimonio si me viera obligado a abandonar indefinidamente el territorio nacional; o de regalar un bancotel prácticamente amortizado y con el que ya no pudiese contar por un equívoco al realizar la reserva...
Ahora en serio. Ignoro si finalmente podré estar el 13 de mayo en Valencia. Me gustaría. Por muchas razones. Ahora bien, sé quién no se perderá el partido y ocupará un asiento de la grada de Preferencia allá en el cielo, muy cerquita de la localidad a la que está abonado San Mamés. Sí, me gustaría. Especialmente por él.

Re-revista de prensa

Releo los titulares de los periódicos de ayer. Es una terapia para tratar de hacer frente al torbellino que nos arrastra de forma constante; y a la hiperinformación a la que estamos sometidos y que hace que nos parezca razonable que el móvil te suene mientras hablas con el fijo y tecleas una dirección de internet, justo en el momento en que te salta una alerta de un buscador de noticias que es simultánea con un sms que se te cuela en el celular...
Total, que 24 horas después me cuesta incluso ver las cosas con cierta perspectiva. Ni siquiera el tratamiento recibido hoy por diferentes informaciones aparecidas en los medios ayer despeja dudas sobre lo que importa de verdad, lo que es accesorio y lo que no deja de ser pintoresco.
Yo pensaba que la noticia de ayer (con su consiguiente seguimiento hoy por los medios) sería la constante escalada del desempleo. No porque represente un hecho exclusivo de nuestro país, ni mucho menos; sino porque la angustia en la que la práctica totalidad de los medios de comunicación viene instalando a sus lectores/oyentes/televidentes cualquier día en que no sucede nada parecía aventurar una nueva entrega del apocalipsis por fascículos, con motivo de la publicación de los datos del paro del pasado febrero. Unos datos que arrojan que España suma casi tres millones y medio de demandantes insatisfechos de empleo: esto es, de parados. Y eso, por más que no haya Gobierno ni siglas que deban cargar sobre sus espaldas con unas consecuencias de una crisis globalizada que escapa por completo a sus competencias, es como para que los medios (ayer y hoy, sí) se paren un momento y reflexionen.
Pero no: hete aquí que los informativos de radio y de televisión, así como las páginas web de los periódicos nacionales parece que apuestan por otros asuntos de mayor 'calado social', entre los que no voy a entrar a glosar los supuestos casos de espionaje en la Comunidad de Madrid ni de financiación irregular de algún partido político (ambos con una destacada presencia). Ni la sanción impuesta por la Junta de Andalucía al ya ex ministro Bermejo por el desagradable episodio de la cacería de ciervos. Un episodio que, como ya he dicho en ocasiones anteriores, fue fundamentalmente desagradable para los malogrados ciervos, que se vieron obligados a tiro limpio a presentar su dimisión inmediata e irrevocable como miembros de la comunidad de ungulados.
Porque esas emisoras y periódicos parecen haber olvidado prácticamente la que, insisto, considero la noticia del día. Y no crean que la trascendencia de la misma ha sido superada por otras que podrían aparecer como rivales, tales como las negociaciones para la formación de gobierno en Euskadi. No, lo que llega de allí es más bien ruido y fuegos de artificio; pendencias de bar de madrugada antes de que la aritmética parlamentaria comience a funcionar en los próximos días. La noticia política de 'máxima relevancia' ha venido hoy de Galicia: la 'cuestión de estado' hace referencia a si el presidente in péctore de la Xunta debe mantener el Audi que compró su antecesor o si debe respetar su compromiso de sustituirlo por un Citroën que, lejos de lo que él pensaba, no se fabrica en la factoría del grupo francés PSA en Vigo sino en la bastante más francesa localidad de Rennes. Haga lo que haga, Núñez Feijóo habrá metido la pata. ‘Vendiendo’ un supuesto ahorro y un evidente populismo, se encuentra ahora abocado a realizar un gasto absurdo y a que se le note el ‘popularismo’. Pero supongo que eso le preocupará relativamente poco, sabiendo que cuenta con cuatro años asegurados de mayoría absoluta. Y que cuatro años, aparte de dar tiempo para que se muera mucha gente, supone casi un océano para la memoria colectiva.
Uno de los asuntos que trae hoy locos a los españolitos y españolitas (al menos eso cabría deducir del despliegue mediático a su alrededor) es sin duda la subasta de las gafas de Gandhi... Bueno, las gafas, unas sandalias, un cuenco y algunos enseres más, al parecer todos ellos enormemente importantes para la identidad del pueblo indio. Entiéndaseme sin atisbo alguno de ironía, por favor, sino con el máximo de los respetos que tal asunto puede despertarme. El mismo respeto que reclamo al mantener mi prevención sobre lo que habría que escuchar de alguno de los gurús del periodismo patrio tan sensibilizados con este particular si las aparentes reliquias procedieran de algún destacado protagonista de la historia de este país; cuando no de alguna de sus comunidades autónomas…
Casi igual de importancia ha tenido otro acontecimiento histórico-informativo acaecido en las últimas horas, como es que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha declarado nula de pleno derecho la retirada, en 2005, de la última estatua ecuestre de Franco que se mantenía en la Villa y Corte. A tenor de la escalofriante información leída hoy en un periódico madrileño, la sentencia (no menos escalofriante, por cierto) establece sin embargo que no procede la reposición de tan insigne obra de arte a su emplazamiento de la Plaza de San Juan de la Cruz porque, cito textualmente, "carece de finalidad práctica". La lectura directa del documento emanado del tribunal aclara las dudas que la crónica periodística podría generar acerca de las posibles dudas que pudieran siquiera plantearse los magistrados sobre la eventual finalidad práctica de ésta o cualquier otra estatua ecuestre de las que en el mundo han sido (sin duda uno de los artilugios más versátiles creados por la mente humana para impulsar el progreso de la sociedad y más concretamente). El mismo establece que la reposición debería ser seguida de su inmediata retirada. De ahí que considere que tal reposición, "carente de finalidad práctica" se trataría de "un mero simulacro efectista, vacío de contenido".
Visto lo visto, la gran noticia del día es que se ha descubierto tejido cerebral en un fósil de un pez con unos 300 millones de años de antigüedad (de los tiempos del programa del mismo nombre presentado por Guadalupe Enríquez y Pepe Domingo Castaño). Y lo es, fundamentalmente, por tres razones:
Una, porque el referido descubrimiento me trae a la mente una labor apasionante como estudiar lo que este mundo fue, hace tantos años que nos es imposible comprender todo lo que ha podido pasar desde entonces, para tratar de anticipar qué podrá ser de ‘nosotros’.
Dos, porque me parece, de verdad, lo más interesante de todo lo visto en los distintos medios de comunicación que me he podido echar a la cara. Y lo único que, siendo de una naturaleza radicalmente diferente a la actualidad de lo cotidiano que nos rodea, puede aspirar a pugnar con ella por captar nuestra atención y nuestro verdadero interés.
Y tres (aunque tal vez ésta sea la razón más importante de ellas), porque ya empezaba a estar un poco harto del chistecito ése en el que un mentalista vasco que intenta dominar a los inquilinos de un acuario acaba sometido por uno de ellos. Aunque tenga mis serias dudas, no seré yo quien reste validez a esa leyenda ni quien diga que ese episodio jamás haya podido suceder. Porque, ¿y si el del chiste era un pez fósil de éstos? ¿Eh, graciosillos? ¿Ahora qué?

sábado, 28 de febrero de 2009

Buenas noches, y buena suerte

Es curioso esto de los blogs. Te sientas ante tu ordenador, en la más absoluta de las intimidades, te 'desnudas' a ti mismo frente a la pantalla, dudas sobre lo que es o no es conveniente publicar, te lo piensas varias veces, lo valoras, lo revaloras y lo requetevaloras, intentas anticipar si lo que escribes puede molestar a tu familia, a tus amigos o a tus jefes, si te pasas de cercano o si te elevas hasta el punto de que te mantienes en tu pequeño mundo ajeno al resto de los mortales. Y la cosa es que la gente lee, de la misma forma que yo también leo las historias que seres humanos como yo escriben a ambos lados del Atlántico, en pequeños momentos de intimidad en los que supongo que les asaltan las dudas acerca de si sus seres queridos se sentirán aludidos por sus pequeñas historias y de si sus superiores les 'tirarán de la oreja' al día siguiente, cuando retornen a la disciplina laboral tras sus 'licencias literarias cibernéticas'.
Si todo marcha como debiera, en apenas seis meses cumpliré 40 años. A lo largo de ese tiempo, y una vez completada mi formación universitaria, he acumulado cerca de 15 dedicado al periodismo, y más concretamente a escribir casi todos los días, para atender a la cita que, también diariamente, la empresa de la que dependía tenía previamente establecida con sus lectores. Y, a pesar de que uno ha tenido la enorme suerte de trabajar en cabeceras líderes en sus respectivos mercados, todos los días me cabía la misma duda. ¿Habrá leído alguien lo que he escrito? Porque, más allá de contados e interesados escritos de felicitación o de cartas de protesta por lo publicado (las menos, la verdad, aunque suene pretencioso), el gran enemigo de quien escribe es la aparente falta de respuesta de sus potenciales receptores.
Gracias a internet, al maravilloso invento de los blogs y de facebook, he 'encontrado' a un antiguo amigo de la infancia. Pensé que lo había perdido por mi culpa, por haberme alejado apenas mil kilómetros de la tierra en la que pasamos tal vez los mejores años de nuestra vida. Pero el tío vive en Estados Unidos. Tiene allí dos críos, hijos de su padre y nietos de un panorama eternamente brumoso y de una historia ligada al Athletic de Bilbao. Aún recuerdo una tarde magnífica en San Mamés en la que empatamos a dos contra el Barcelona de Lineker, después de que un disparo de Santi Urkiaga 'se saliese' tras enlazar las bases de los dos palos, merced a un capricho del tiralíneas de quien marca la suerte del fútbol.
Sus padres (creo que ambos de Baracaldo, me consta que nacionalistas de vocación y constato que encantadores) viven en Vitoria. A su hermano mayor le debo el gusto por cierto tipo de música (Springsteen, Dire Straits... y Hertzainak). Y el muchacho es, hoy, policía autonómico, de esos que se juegan la vida para que los ciudadanos de ese pedazo de España puedan seguir sintiéndose en condiciones de igualdad al resto de las naciones civilizadas y democráticas. No quiero hablar de mí ni de mi circunstancia. Pero creo sinceramente que la situación que acabo de relatar es la principal manifestación de que, poco a poco, está surgiendo una nueva Euskadi. Un proyecto desconocido y, hace apenas unos años, impensable de país. Lo que aventura, a corto o medio plazo, un país desconocido e impensable.
Mañana (y casi hoy) se vota en Euskadi. También en Galicia. Pero la cita con la historia, de verdad, sólo se dirime en mi tierra. Con la historia y con el futuro. Buenas noches, y buena suerte. Gabon, ta zori ona.