lunes, 9 de marzo de 2009

Con vosotros, al fin del mundo

Él y ella forman parte de mi particular universo, por razones diferentes. Son de los pocos elegidos a los que uno deja entreabierta la puerta de su intimidad, a quienes busca cuando el agua se aproxima peligrosamente a la barbilla. Precisamente por ello, agradezco cuando mi teléfono suena de vez en cuando y es alguno de ellos, en busca siquiera una décima parte de la paciencia, de la comprensión o del consuelo que me consta encuentro en cualquiera de los dos con sólo insinuar que lo necesito.
No corren buenos tiempos para ninguno de ellos. Cada uno a su manera, por motivos diferentes y en planos bien distintos, están padeciendo la soledad...
Me consta que ambos se han pasado años luchando como colosos, que se han dejado la piel defendiendo con uñas y dientes la portería de su equipo como el más fiero de los defensas centrales de la tercera división inglesa; y, al tiempo, además, han intentado esforzarse por construir, y han amagado tantos desmarques y se han tirado tanto tiempo pegados a la banda con la mano levantada y pidiendo el balón que casi ni se acuerdan de la forma del mismo. Gente con ganas, con ilusión, con coraje... Y con vergüenza. Gente leal. Y, además, gente de honor; de esas personas a las que uno confiaría su fortuna e incluso su vida. Por razones evidentes, sus nombres se quedan para ella, para él y para mí (sólo faltaba que esta entrada les causase un problema en sus respectivos empleos).
Hace unos años, una consultora especializada en selección de personal directivo me sondeó para conocer mi disposición a acceder a un puesto de trabajo magníficamente remunerado. Tras plantearme las condiciones en las que podría incorporarme al nuevo proyecto empresarial (lógicamente, en mi ámbito de actividad profesional), el consultor que dirigía la conversación me planteó: "¿Y cuántos de tus subordinados se vendrían contigo?" Ante mi presumible cara de póker, insistió: "No me refiero a cuánta gente se iría contigo en unas condiciones cojonudas, sino de a cuánta gente podrías arrastrar en unas condiciones como las que ahora disfrutan; no ya porque mejorarían profesional o económicamente, sino porque considerarían que irse contigo ya sería mejorar".
Supongo que todos recordamos momentos en los que debimos haber utilizado una frase brillante, ya fuera en una entrevista de trabajo como era el caso, en una pendencia o en una declaración de amor. Cuando uno echa la vista atrás siempre encuentra los bolsillos llenos del talento que le faltó cuando debió tenerlo a mano. Pero no. Esa frase del tipo importante llegado de Madrid (con el tiempo ha demostrado tener un ojito...) me ha perseguido desde entonces; pero no para atormentarme tratando de buscar la brillantez que pudo haberme faltado cuando la escuché a bocajarro. Muy al contrario, lo ha hecho como constante elemento de reflexión acerca del ejercicio de mi labor profesional y de mi relación con mis compañeros; y, lo que considero más importante, de mi permanente construcción como persona. De una tarea, en suma, apasionante; pero cuya evaluación final deberá corresponder necesariamente a otros.
De lo que estoy seguro es de que iría al fin del mundo con cualquiera de mis dos amigos. Andando, de noche y lloviendo.

2 comentarios:

  1. Hay veces en la vida, que uno se para…y mira hacia atrás…y recuerda la gente que pasó por su vida. Recuerda a quienes fueron importantes y dejaron de serlo. Recuerda a quienes es mejor no recordar. Recuerda a quienes desearía recuperar, porque siempre te acompañaran en tu mente y tu corazón y, en ese mismo momento, si uno está haciendo bien la tarea de vivir, se da cuenta de con quién cuenta incondicionalmente ; esas personas amigas que aunque sólo hables con ellos de higos a caracoles, tienes la clara convicción de que jamás te harán daño, aunque les metan astillas bajo las uñas.
    Y este lujo (porque es el mayor lujo que puede tener una persona), mi querido amigo Juanra, sólo le pasa a la buena gente. Ya lo dice el refrán: Dios los cría….
    Por ello, no me sorprende que cuentes así con dos personas. Te lo mereces¡¡¡¡
    Ellos seguro que también van contigo al fin del mundo.
    Un besote

    GIRA

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  2. Juanra, avísame.....siempre he querido conocer el fin del mundo.!!

    un abrazo

    Cornelio

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