lunes, 15 de junio de 2009

Sociedades 'ilimitadas'

Me he borrado del fútbol. Ya no me interesa. Lo seguiré, sí, a distancia; como las elecciones en Georgia. Pero, desde luego, nada de sufrir por los colores. Por más que el Xerez Deportivo haya protagonizado un histórico ascenso a Primera que provocará que en Chapín pueda verse el mejor fútbol del mundo (con permiso de la Premier), lo cual trataré de disfrutar en lo posible; y por menos que el Alavés, el equipo de mi infancia, haya descendido al abismo de ‘la segundabé’, con lo que espero que ejerza como tuerto aventajado en el país de los ciegos tuercebotas…
Pero me he borrado del fútbol. Viene esto por el último fichaje del Real Madrid (a los dos últimos en realidad, aunque el más reciente ha sido la gota que ha colmado el océano), un muchacho portugués por el que se va a pagar cerca de 100 millones de euros y que, según dicen, se embolsará anualmente nueve kilos de euros libres de polvo y paja fiscales.
Porque el caso de Cristiano Ronaldo ha acabado de sacarme de quicio. No ya desde el punto de vista con el que algunos han analizado este episodio, enormemente criticado por lo que supone de dispendio en un contexto generalizado de crisis económica sólo comparable en sus colosales dimensiones a un cataclismo de valores sociales que, me temo, antes o después nos va a arrastrar al más oscuro de los abismos. No, no van por ahí los tiros, simplemente porque creo que cada cual tiene derecho a invertir el dinero como mejor le parezca; y porque, además, estoy seguro de que la ‘operación CR’ será enormemente rentable, desde el punto de vista económico, para sus impulsores: derechos de imagen, venta de camisetas, televisiones, ‘bolos’ de verano, merchandising... Y, supongo, algún título deportivo que otro, lo cual también cuenta con una traducción más o menos directa al plano monetario.
Mi hastío no nace de nada de esto. Muy al contrario, responde a lo que considero la definitiva conversión de un deporte como es el fútbol en un negocio sólo apto para quienes disponen de crédito ilimitado ante las entidades financieras. Si el deporte se convierte en una simple operación empresarial, ¿qué sentido tienen las aficiones, el amor a unos colores, las tardes de domingo de cabreo, los sanos piques con los colegas por quítame allá un fuera de juego…? Ninguno, creo yo.
Porque me temo que nadie es de Endesa porque iba de la mano de su papá a pagar el recibo de la luz; ni siente los colores del Banco de Vizcaya (o del BBVA, como se denomina hoy tras toda una serie de fusiones y absorciones) por el pundonor que le echaba aquel apoderado de la oficina de su pueblo; ni persigue los lunes a los compañeros de para meterse con ellos por el mal cierre semanal de las acciones de Inditex; ni, viajando por los confines del mundo, se emociona uno al ver a alguien con un móvil con el logo de Telefónica, se funde en un abrazo con esa persona y ambos acaban libando unas cervezas, cantando a pulmón un supuesto himno y rememorando tardes de gloria del Ibex o de la inolvidable expansión de la compañía por Sudamérica…
Creo que nos estamos cargando el fútbol, si no nos lo hemos cargado ya. Al menos, ese fútbol que yo conocí. Como tantas cosas.

2 comentarios:

  1. Mañana me permitire reproducir este post(tenor literal y,evidentemente nomo no podia ser menos ,citando al autor -usted - y la fuente - este blog -...: evidentemente de no existirlo pòr su parte objeciones al respecto ) en el blog " ITACA Y LUNA LLENA":

    http://itacaylunallena.blogspot.com/


    Cordiales Saludos

    Juan José López Jarillo


    Gracias

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  2. No faltaba más. Entiendo que internet es un espacio de libertad responsable; o de libre responsabilidad, según se mire.
    Muchas gracias.

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