miércoles, 6 de mayo de 2009

Sigo sin fumar

Cuatro meses. Ciento veinte días desde aquel bendito 6 de enero. Parece que me he tomado en serio lo de dejar de fumar. Me encuentro mucho mejor físicamente (tampoco es que antes estuviera hecho un cascajo, pero vaya si se nota; y todo en una época tan incómoda como ésta para quienes padecemos la rinitis y otras molestias inherentes a la primavera). Incluso me siento más fuerte, no ya desde el punto de vista físico, sino psicológicamente. Por desgracia, mis intentos por controlarme un poco a la hora de comer (¿debería decir ‘devorar’?) no figuran de momento en la nómina de grandes éxitos de mi proverbial fuerza de voluntad.
Pero, es curioso, no siento eso como un error; todo lo más, como un error consentido y premeditado. Conscientemente premeditado o premeditadamente consciente. El gran enemigo era el tabaco. No el chocolate; ni el solomillo. ¡Ni las tarrinas de helado de Mercadona! Ésas que se venden por pares, como las de leche merengada. Por cierto, que su combinación con canela molida debería estar prohibida, porque no sólo nubla la voluntad sino que además hace perder el entendimiento y el sentido del límite. Porque, a todo esto, a la ansiedad hay que añadir el redescubrimiento de los sabores y los aromas, tanto tiempo secuestrados por el tabaco… Definitivamente, estoy encantado por no fumar.

1 comentario:

  1. Atento, JuanRa, la Feria es un momento muy peligroso. Yo caí en una de ellas después de llevar nueve años sin fumar, bien es verdad, que fue un cúmulo de circunstancias, ... pero alcohol, casetas, alegría ... mala combinación, hay que estar alertas :)

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