jueves, 10 de junio de 2010

Un lujo

No ha sido la primera vez. Ya me sucedió hace unos meses, en la presentación en Sevilla de la Fundación Alfonso Perales. Pero lo de esta tarde ha sido más demoledor. Solo en casa, en el sofá, mi hiperquinético pulgar se ha quedado congelado sobre el mando a distancia. Me había quedado embobado escuchando a Felipe González en un acto conmemorativo de los 100 años de la presencia del primer socialista, Pablo Iglesias, en el Parlamento español.
Como ya hizo aquella mañana de sábado en Sevilla, no sólo me ha cautivado sino que me ha convencido: ha hablado de la crisis económica, de la forma de salir de ella, de la necesidad de trabajar más y mejor, de aumentar la competitividad, de la exigencia de adaptar el modelo europeo de bienestar a las reglas del juego del siglo XXI, de la responsabilidad del Gobierno y el necesario patriotismo de la oposición… Con autoridad, en su cada vez más raramente aplicable tercera acepción.
Pero de su intervención de hoy, más allá de sus palabras concretas, me quedo con dos conclusiones en línea con su célebre frase sobre los jarrones chinos: una, que este país es enormemente desagradecido con ciertas personas que han contribuido decisivamente a que seamos lo que hoy somos; y dos, que el ex presidente del Gobierno es un lujo para este país. Y no está la cosa para permitirse lujos…

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