miércoles, 2 de junio de 2010

Bombas


Tres personas han muerto en Gotinga (ciudad alemana que da nombre a un acogedor bar situado en la gaditana plaza del Mentidero) al explotar una bomba de la Segunda Guerra Mundial. Al más puro estilo de películas como El final de la cuenta atrás o El experimento Filadelfia, algo con origen en otro tiempo se ha hecho presente ahora, en este caso, además, con dramáticas conclusiones. Leo que la bomba en cuestión podría haber sido lanzada desde un avión estadounidense hace ya más de medio siglo, durante el cual ha mantenido latente su carga de muerte y destrucción.
Leo también, tal vez incluso con mayor preocupación, que los trabajadores del Ayuntamiento de Jerez solo han podido cobrar una parte de sus nóminas de mayo, ante la falta de liquidez de un Consistorio que ha venido sobrellevando como ha podido una seria amenaza de colapso económico. Y siento enormemente esa situación que afecta a ex compañeros de trabajo; y ese mismo sentimiento se extiende a otros ex compañeros, los del Gobierno local de Jerez que, estoy convencido, tratan de hacer encaje de bolillos para conseguir el dinero necesario para responder al compromiso de pago a la plantilla, a las concesionarias…
En Gotinga (en Alemania, no en el Mentidero), las primeras informaciones apuntan a que el equipo de artificieros que trabajaba en la desactivación de la bomba durmiente tenía una sólida experiencia, estaba bien preparado y contaba con un adecuado equipamiento técnico. Y puedo dar fe de que el Ayuntamiento de Jerez dispone de magníficos técnicos que desarrollan un trabajo titánico, muy por encima de su teórica obligación laboral, en un intento de cuadrar unas cuentas reñidas con la aritmética y que, como en el monólogo de Segismundo, son imposibles de cuadrar por el solo hecho de formularse.
Supongo que, por mejor que se haya intentado hacer las cosas en Gotinga (o tal vez precisamente por ello), se pondrá en marcha una completa investigación que esclarezca responsabilidades en el trágico incidente y que, si es preciso, modifique los procedimientos al uso en un país que debe convivir con la amenaza silenciosa de las bombas enterradas desde la contienda mundial. Y vería cortés y razonable que la representación diplomática estadounidense enviara una nota de pésame a las autoridades y a los familiares, y que se ofreciera a poner a disposición de ese país sus medios técnicos y humanos en materia de localización y neutralización de estos artefactos. Por lo mismo, a nadie le entraría en la cabeza que las autoridades alemanas comenzasen a difundir soflamas contra Estados Unidos y sus aliados en la Guerra Mundial, llamando a la venganza contra ellos y al boicot a la cocacola y al macdonalds… En lugar de todo ello, se honrará a las víctimas, se tratará de reconfortar a sus deudos, se establecerán mecanismos de desactivación más seguros y, con permiso de la suerte, se sentarán las bases para que ésta haya sido la última tragedia de esta naturaleza. Y si alguien actuó sin la debida diligencia, deberá asumir las consecuencias jurídicas, políticas y sociales. Por supuesto, los medios de comunicación sabrán estar a la altura de las circunstancias y de su esencia en una sociedad democrática.
¿Y en Jerez? ¿Qué pasa en Jerez, donde a nadie le es ajeno que el Ayuntamiento padece una crisis económica que amenaza su estabilidad como lo haría el más mortífero de los arsenales bajo sus enclenques cimientos? Porque ni la persona más alejada del mundo puede pensar que la situación que viven las arcas municipales jerezanas es consecuencia de apenas un mandato del actual gobierno. En todo caso, la ‘foto fija’ debe ser justa y proporcionalmente repartida entre el fruto de esa gestión (con diversos aunque tal vez no drásticos ejemplos de austeridad que siempre debe empezar por uno mismo) y la de aquell@s que le precedieron y que impulsaron a la institución y a su economía a una vertiginosa carrera sin una meta racional.
Con esa misma certeza, puedo asegurar que si hay alguien que merece el máximo de los respetos en todo este episodio es el colectivo de trabajadores/as del Ayuntamiento y de las empresas que prestan los diferentes servicios públicos dependientes de la Corporación local. En suma, son ellos y ellas quienes están padeciendo una situación de incertidumbre que no solo perjudica gravemente su economía sino que menoscaba su propio bienestar personal y familiar.
No me tengo por un experto conocedor de la condición humana, si bien tampoco estoy dispuesto a elevar a categoría mis reiteradas decepciones empíricas. Pero estoy convencido de que en Estados Unidos debe haber al menos un puñado de viejecitos a los que en las últimas horas les habrá dado un vuelco el corazón, al conocer que una bomba como las que ellos arrojaron en el cielo de Gotinga hace más de 50 años ha matado a tres seres humanos. Con casi toda seguridad, jamás podrán descartar por completo que ese artefacto saliera de la panza del bombardero que pilotaron o de cuya tripulación formaron parte y que ahora regresa del pasado para estallar en sus conciencias. Al propio de los horrores de la guerra deberán sumar ahora, al final de sus vidas, el remordimiento por un hecho tan gratuito y tan absurdo que casi con toda seguridad no tendrá que ver con ninguno de ellos.
Mientras, las únicas personas que esta noche tendrán dificultades para conciliar el sueño en Jerez serán aquellas que deban demorar compras, aplazar pagos, engatusar al banco o convencer al casero. Porque me jugaría lo que no tengo a que, mientras tanto, quienes de verdad deben cargar con la responsabilidad de haber llegado a este extremo, quienes dejaron sembradas de bombas las catacumbas de la calle Consistorio, dormirán a pierna suelta.

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