domingo, 25 de julio de 2010

Atracos


Las cámaras de seguridad de un banco de Nueva York han inmortalizado a un hombre mientras atracaba la oficina. Hasta ahí, era lo previsible: no que un individuo atracase un banco en esa ciudad sino que, si lo hacía, saliera retratado para la posteridad. Lo sorprendente ha sido que el delincuente compareciera en la sucursal, pistola en mano, disfrazado de Darth Vader, el malo malísimo padre de Luke Skywalker en la saga de Star Wars.
Algunas crónicas periodísticas destacan que testigos de la huida a la carrera del delincuente, ataviado con su capa negra y su inconfundible casco, pensaban que se trataba de una broma. He leído incluso que una de las personas que se encontraban en el banco no pudo evitar que se le escapara una risita cuando vio al señor del lado oscuro de la fuerza, pistola en mano, pedir que le fueran entregando toda la pasta de la galaxia.
Recuerdo haber visto alguna película en la que los atracadores se escondían tras sonrientes máscaras de Richard Nixon. Me daría pavor toparme con alguien con cara de Nixon, especialmente ahora que he descubierto que se las tuvo con Kissinger debido a su desmedido afán por comprobar el funcionamiento del botón nuclear. Pero lo que me acojonaría de verdad sería que me atracara alguien con una careta del pato Donald. Mi amigo Fernando Melero, un magnífico observador del ser humano, describía la estampa más terrorífica imaginable como la de una calle solitaria en plena noche, en la que una única farola alumbra a un inmóvil y sonriente payaso…
Dentro de todo, la noticia de Nueva York no deja de ser una simple anécdota. Nadie resultó herido y seguramente, el cinéfilo atracador acabará siendo detenido. Incluso puede que hasta se recupere el dinero, al contrario de lo que sucede con las comisiones que los bancos cobran a sus clientes. Y, por suerte, el disfraz elegido por el delincuente era consecuente con su actividad ilícita: al atraco, embozado, sí; pero vestido de villano, con lo que el episodio no ha causado daños en nuestro subconsciente ni ha salpicado a nuestros mitos y héroes.
Por el contrario, no quiero ni pensar qué pasaría si a los atracadores les diera por adoptar como uniforme de trabajo el hábito de la madre Teresa de Calcuta; la camiseta de la selección española de fútbol con el número 6 a la espalda; o el aspecto de cualquiera de los salvapatrias que tanto pregonan en los medios de comunicación el enorme sacrificio que asumen por sus desvelos en favor del bienestar de los españolitos y las españolitas. El sombrajo se nos quedaría mondo y lirondo de palos. Como si nos atracaran dos veces, vamos.

2 comentarios:

  1. Hola! Creo que he conseguido activar esto del gmail, a ver si es verdad. Besos

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  2. Siiiiiiii... Por fin. Me alegro de verte por los internets. Un beso.

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