sábado, 17 de enero de 2009

Paremos el genocidio


Esta mañana he participado en una manifestación contra el asesinato de niños. También contra otras cosas. Pero contra el asesinato de niños. Contra la utilización de los recursos de un Estado para masacrar a personas como tú y como yo. O más pequeñitas. Y he echado de menos a alguna gente. Sinceramente, he sentido cómo determinados miembros de mi comunidad no estaban con nosotros. He echado de menos a representantes de un partido político. El mismo que ridiculiza a la ministra de Fomento por ser andaluza; y, con ella, a todos los andaluces y las andaluzas.
Al parecer, la Policía Local dice que éramos la caña. Pero, aunque no lo fuésemos... Era un acto de humanidad, y de responsabilidad cívica.
El mismo acto de humanidad y de responsabilidad cívica que hace unos años provocó la movilización de miles y de millones de personas de bien, a lo largo y ancho de toda España, por el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Casi no lloré yo...
Porque hay un momento en el que debe fijarse la línea que marca el límite. Tengo dos hijos (un niño y una niña). Y estos días he visto a personitas como ellos con sus cabezas reventadas, con sus piernas amputadas o con sus tripas despanzurradas.
Hoy siento una profunda repugnancia hacia algunos de mis congéneres. La misma que he notado cuando, a mil kilómetros de aquí, había quien se alegraba o no se meneaba ni un ápice porque descerrajaran un tiro en la cabeza de un guardia civil, de un conserje de un colegio, o de un militar mutilado retirado. O porque un niño le pegase una patada a una bolsa de deporte con 'algo' que no era para él, y le marcara la vida (?) para siempre.
Pensaba que esto era otra cosa. Pero, una vez más, parece que todo es lo mismo. Que depende de que los muertos sean tuyos o no. Y, para mí, todos son míos. Los de las casas cuartel de Zaragoza o Vic, los de la estación de Téllez, los de la plaza República Dominicana de Madrid, y tantos y tantos... Así nos lo enseñaron; o así creí entenderlo yo. Ése es el gran problema. Pero no es mío; es suyo.
La foto está tomada por un amigo-hermano de esos con los que raramente te obsequia la vida. Y en ella aparecemos Salvador (otra rara avis de la misma categoría) y un servidor.

1 comentario:

  1. Creo que si los políticos no hacen algo es porque no quieren, no pueden culpar a nadie, cuando se mira para otro lado para no ver niños asesinados y a sus madres impotentes...pienso

    ResponderEliminar